La Justicia francesa condena al hijo de Obiang por corrupción

Fernando Iturribarría PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

ABDELHAK SENNA | AFP

El vicepresidente de Guinea Ecuatorial evita la cárcel, pero le embargan bienes por valor de 150 millones, entre ellos un palacete

28 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Justicia francesa condenó ayer a Teodorín Obiang, vicepresidente de Guinea Ecuatorial, a tres años de prisión y 30 millones de euros de multa, con dispensa de cumplimiento mientras no reincida, por haber blanqueado en Francia entre 1997 y el 2011 más de 150 millones de euros procedentes de la corrupción en la antigua colonia española. La sentencia fue pronunciada en ausencia del primogénito del presidente ecuatoguineano desde 1969, Teodoro Obiang Nguema, que tampoco había asistido al juicio celebrado en junio y julio en París, y que anunció la intención de recurrir a través de sus abogados.

El Tribunal Correccional de París ordenó el embargo de los bienes incautados, entre los que figuran obras de arte y una treintena de automóviles Rolls-Royce, Bentley, Porsche, Ferrari, Aston Martin o Maserati. En el patrimonio confiscado destaca un lujoso palacete situado en la avenida Foch, muy cerca del Arco de Triunfo, con 110 estancias repartidas en cinco plantas con una superficie de unos 4.000 metros cuadrados, incluidos sauna, discoteca, cine, peluquería y baños con grifería de oro. Los policías tardaron nueve días en registrarlo y precintar entre otros caros caprichos 64 pares de zapatos, casi todos Dolce Gabbana, y un Bugatti a nombre de su megalómano dueño.

El veredicto, leído por la jueza Bénédicte de Perthuis, presidenta del tribunal, censura la actitud del Banco de Francia y de la entidad privada Société Générale (SG) por haber dado a entender a Teodorín, de 48 años, que existía en Francia una tolerancia con la corrupción. El blanqueo no hubiese sido posible sin la «complacencia» de SG y la intervención de su filial ecuatoguineana. El banco público desempeñó «un papel determinante en las adquisiciones de bienes inmobiliario y mobiliarios» en Francia.

El tribunal estimó que la condena deber ser «esencialmente una advertencia». «A pesar de la gravedad de los hechos, una pena de prisión firme no parece en este contexto necesaria ni adaptada», dijo la presidenta. «Tampoco parece justificada una multa firme destinada a ser cobrada por el Tesoro público francés», dijo la jueza De Perthuis. «En lugar de financiar infraestructuras y servicios públicos en Guinea Ecuatorial, las sumas blanqueadas alimentaban el tren de vida excepcionalmente fastuoso» de Teodorín, observa la sentencia. Los delitos probados fueron posibles «por la acción de empresas corruptoras que participaron en el saqueo de los recursos del país», añade.

La defensa denunció «una farsa de justicia» y un fallo «exclusivamente político». La acusación particular, ejercida por colectivos anticorrupción, saludó una sentencia «histórica, que dirige un mensaje inédito y planetario al conjunto de los cleptócratas». También incidió en la necesidad de «librar un nuevo combate, el de la devolución de los haberes a las poblaciones expoliadas».

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