Alemania seca las amargas lágrimas de Reem

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La niña palestina refugiada que lloró ante Merkel se queda para siempre en tierra alemana

30 sep 2017 . Actualizado a las 08:17 h.

Sus lágrimas recorrieron medio mundo. Reem tenía apenas 14 años, cuando en julio del 2015 se convirtió en todo un símbolo del drama que viven miles de refugiados cada día. Solo unos meses antes de que el pequeño kurdo Aylan falleciera ahogado en una playa de Turquía, la adolescente palestina puso en un aprieto a la canciller alemana durante un encuentro televisivo con alumnos de secundaria. «Me gustaría estudiar. Es un deseo y un objetivo que realmente quisiera cumplir», le explicó con una gran sonrisa y en perfecto alemán Reem, preocupada porque su familia estaba pendiente de ser expulsada después de haber vivido casi cuatro años en el país.

No todos pueden quedarse, le respondió entonces Merkel, apoyando su discurso pragmático en lemas como «la política es dura». Su reacción, que le valió más que nunca el sobrenombre de dama de hierro, provocó que la chica rompiera a llorar frente a las cámaras. De poco le sirvió a la líder conservadora acercarse para acariciarla y tratar de consolarla con un rostro de circunstancia que hablaba por sí solo. El daño ya estaba hecho. Merkel no tardó en cosechar una avalancha de críticas y mofas en las redes sociales por ese vídeo, que se hizo viral tanto fuera como dentro de las fronteras alemanas.

Las mismas fronteras que meses después la canciller abriría a miles de refugiados que estaban varados en Hungría, ganándose así el sello de «nueva líder del mundo libre» que le puso el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Hoy, más de dos años después de aquel episodio que la hizo famosa, la pesadilla de Reem ha terminado. A diferencia de muchos otros demandantes de asilo, la joven palestina y los suyos han recibido el permiso de residencia con el que podrán quedarse en Alemania indefinidamente. Así lo confirmaba ayer un portavoz del ayuntamiento de Rostock, ciudad situada en el norte del país, que insistió en que ni ella ni sus padres podrán ser ya expulsados, tras una infinidad de trámites burocráticos. A finales del 2015 la familia de Reem recibió una autorización para quedarse, que expiraba en octubre de este año. Ese permiso se suma a otro anterior, que regulaba su estancia hasta marzo del 2016.

De esta forma, Reem, que ha cumplido 17 años, y los suyos ponen el broche de oro a la travesía que los llevó desde Líbano hasta Alemania en 2011. Un trauma que la chica compartió a solas con Merkel el año pasado, cuando fue invitada a una reunión privada con ella en la cancillería. Sin duda, se trata de una historia con final feliz, que podrá leerse en la autobiografía que ha presentado Reem hace unas semanas titulada Tengo un sueño: una niña refugiada en Alemania.