P. B.
Si hay un partido alemán que ha logrado reinventarse es el FDP, que cogió impulso al calor de varios éxitos regionales y, con un resultado del 10,7% el domingo, vuelve a entrar en el Parlamento, además de recuperar su tradicional condición de bisagra. Toda una hazaña para una formación que en las generales del 2013 tuvo que salir del Bundestag por primera vez desde 1949, al haberse quedado por debajo del 5 % mínimo, y que es obra casi exclusiva de su líder, Christian Lindner.
El carismático consultor de empresas nació en la ciudad de Wuppertal en 1979. Estudiante de Ciencias Políticas, se hizo miembro del Partido Liberal Alemán (FDP) cuando apenas tenía 18 años. En mayo del 2000 se convirtió, con tan solo 21, en el diputado más joven de la historia del Parlamento regional de Renania del Norte-Westfalia. Bajo la tutela del mediático exministro de Exteriores Guido Westerwelle, Lindner fue nombrado secretario general de la formación, tras el éxito cosechado en las elecciones del 2009. La debacle que siguió cuatro años más tarde y la consecuente dimisión de toda la cúpula terminaron de colocarle a la cabeza del FDP. El mismo día que asumió el cargo, anunció un proceso de renovación.