Berlín aceptó hace tiempo un aumento progresivo del gasto en Defensa hasta el 2% de su PIB, 30.000 millones de euros anuales más, tal como exigía Washington. Es consciente de que parte de la sociedad ha dejado de ver con malos ojos el blindaje militar ante los actuales conflictos geopolíticos. Los mismos conflictos que Merkel aprovechó para ganar influencia en el tablero internacional.
Fundamentalmente en la UE, que confía en liderar con más autoridad que nunca tras el brexit, de la mano de su par galo Emmanuel Macron, al que ha obligado a emprender recortes a cambio de crear un ministro de Finanzas y un fondo de rescates permanente para la eurozona. «La población alemana quiere una Europa más unida», explica el politólogo Richard Hilmer. También el resto de las formaciones, a excepción de los poscomunistas y los ultras, con los que Merkel ha descartado formar coalición.