El fiscal acusa a Lula y Rousseff de encabezar una organización criminal

Miguel Piñeiro Rodríguez
miguel piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Los expresidentes brasileños Dilma Rousseff y Lula da Silva, en una imagen de archivo
Los expresidentes brasileños Dilma Rousseff y Lula da Silva, en una imagen de archivo UESLEI MARCELINO | reuters

Los expresidentes, imputados por vaciar las arcas de la petrolera estatal Petrobras

07 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Rodrigo Janot está viviendo con enorme intensidad sus últimas horas al frente de la fiscalía general de Brasil. Será relevado en el cargo a mediados de mes, pero en el tramo final de su mandato puede estar marcando el futuro político del país. Janot publicó ayer dos auto en los que imputa a los expresidentes Lula da Silva y Dilma Rousseff el delito de integrar una organización criminal y el de obstrucción a la justicia. Al mismo tiempo, el fiscal debe decidir si da validez a la instrucción de la operación Lava Jato tras la aparición de un comprometedor audio del empresario Joesley Bautista que deja en mal lugar las delaciones premiadas, el sistema de tirar de la manta que sustenta la mayoría de sentencias en la gigantesca trama de corrupción.

Lula y Dilma están acusados, por un lado, de formar lo que en Brasil se conoce como quadrilhão, una pandilla de maleantes. Los expresidentes, junto a varios ministros y altos cargos del Partido de los Trabajadores (PT), supuestamente sacaron de las arcas de la petrolera estatal Petrobras 400.000 millones de euros desde el 2002 hasta el 2016. El montante correspondería a sobornos a cambio de otorgar a las constructoras Odebrecht, OAS y Schahin contratos multimillonarios. Janot señala a Dilma y a Lula por su condición de presidentes del Gobierno, y en especial al exmandatario, por su capacidad para «seguir influyendo» en Dilma desde fuera del Ejecutivo.

La imputación por obstrucción se debe a la maniobra con la que el año pasado Dilma intentó ayudar a Lula a evitar las investigaciones, nombrándolo ministro para que fuese aforado. Rousseff ya fue apartada del Gobierno por el impeachment y su futuro político es una incógnita. De ahí que las imputaciones supone un mayor obstáculo en la carrera de Lula a las elecciones del 2018, para la que es favorito en la mayoría de las encuestas, pero para las que podría quedar inhabilitado si prospera otra denuncia en su contra por supuestamente hacer uso de un tríplex en São Paulo concedido por las Odebrecht, OAS y Schahin.

Las defensas de Dilma y Lula niegan las acusaciones de Janot y vuelven a señalar la ausencia de pruebas concretas. Al igual que en la causa que puede inhabilitar a Lula, la denuncia de Janot hace referencia a la influencia de los expresidentes como la explicación más plausible a toda la trama. Pero además, los abogados de los líderes del PT critican la coincidencia de la inesperada denuncia con la polémica generada por el audio filtrado del empresario Joesley Batista.

En ese audio, el dueño del gigante alimenticio JBS da a entender que ocultó datos y ofreció testimonios incompletos cuando tiró de la manta en sus declaraciones en la Lava Jato, consiguiendo igualmente una reducción de penas. Todo con la connivencia de Marcelo Miller, exfiscal de la República. El escándalo salpica de manera directa a la oficina de Janot, y puede anular todo el sistema de delaciones que es la base de la Lava Jato.

Una delación es la base también de la nueva denuncia que Janot iba a presentar contra el presidente Michel Temer, el vencedor de ambas polémicas. Temer ve a sus rivales recibir un nuevo golpe judicial y de imagen. De propina, se encuentra con la situación de debilidad de Janot, su mayor enemigo por las denuncias por corrupción que amenazaron su mandato.