El bando insurgente de Yemen se fractura

JAVIER CASTRO / R. P. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

MOHAMMED HUWAIS | afp

El expresidente Saleh escenifica por primera vez la fricción con sus aliados hutíes en una manifestación en Saná

25 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Alí Abdalá Saleh no está acabado. Así lo demostró ayer el expresidente de Yemen en una demostración de fuerza en Saná, en un momento de profundas tensiones con sus aliados hutíes por hacerse con el control del país. Al grito de «con nuestro espíritu y nuestra sangre nos sacrificamos por ti, Yemen», centenares de miles de manifestantes honraron el 35 aniversario de la fundación de su partido, el Congreso General del Pueblo (GPC), en la plaza de Al Sabein, la mayor de la capital, Saná.

Custodiado por cristales blindados y agentes fuertemente armados, Saleh compareció durante unos minutos antes de abandonar rápidamente el lugar por un tiroteo en los aledaños del lugar. «Estamos preparados para llenar los frentes con miles de combatientes y ellos también están preparados para ir», sostuvo en su intervención frente a la muchedumbre, que sostenía enormes pancartas y fotografías con el rostro del expresidente.

El suceso no habría pasado de la anécdota de no ser porque los hutíes estaban en contra del acto y habían prohibido «toda actividad política». Pese al aumento de los controles militares, finalmente permitieron el acceso de los manifestantes a la plaza.

Tras dos años y medio de guerra civil, ayer se pusieron por primera vez en evidencia las divisiones en el bando insurgente. Su alianza, fruto más del pragmatismo que de la afinidad (Saleh declaró la guerra a los hutíes hasta en seis ocasiones siendo presidente), está en la cuerda floja. El nacionalista árabe calificó el lunes como simples milicias a los insurgentes, lo que fue considerado por estos como una «puñada por la espalda». Su líder, Abdel Malek al Huti, rebajó el tono en la noche anterior a las movilizaciones, pero la mecha estaba prendida.

Según los analistas, los hutíes piensan que Saleh podría estar negociando en secreto con la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, para retirarse de los combates y optar posteriormente a un asiento presidencial.

El número dos del GPC, Aref al Zuka, expresó ayer su malestar con la mala gestión financiera de los hutíes. El retraso en el pago de las nóminas a los funcionarios, la corrupción y los intentos por controlar los medios del Estado son las principales causas del malestar con sus socios. De fondo, un país de 27 millones de habitantes que padece una crisis humanitaria sin precedentes.