Schulz pasa a la ofensiva para rebajar su desventaja con Merkel

PATRICIA BAELO BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

CARSTEN KOALL | EFE

Los últimos sondeos le dan 15 puntos menos que a la CDU

06 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras Angela Merkel practica senderismo en Tirol del Sur, su rival Martin Schulz no deja de protagonizar titulares. A diferencia de la canciller, el líder del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) ha decidido no marcharse este año de vacaciones, consciente de que le queda mucho por hacer de cara a las elecciones generales del 24 de septiembre. Por eso, a siete semanas de la cita con las urnas, dio esta semana el pistoletazo de salida a la campaña con la que busca destronar a la dama de hierro.

Un decálogo de medidas centrado en la familia, la educación, el empleo, las pensiones y la innovación, para el cual ha destinado 24 millones de euros que se dividen entre el despliegue de carteles, la ofensiva mediática, y la gira del expresidente del Parlamento Europeo. Schulz recorrerá 60 localidades y 20.000 kilómetros desde el 8 de agosto y hasta el 23 de septiembre. Porque, en palabras del secretario general del SPD y codirector de campaña Hubertus Heil, «las elecciones se deciden en la etapa final».

Sin embargo, todo apunta a que la tríada «personaje, programa y escenificación» a partes iguales, que Heil ya implementó sin éxito en las generales del 2013 y el 2009, tampoco va a funcionar esta vez. Atrás ha quedado la imagen de Schulz como el antídoto perfecto para sacar al SPD de la crisis. Hoy, el mismo hombre que en enero consiguió que la formación adelantara a la CDU/CSU de Merkel en apenas semanas, se ha convertido en un tecnócrata abocado a fijar condiciones para poder aspirar a ser socio de la canciller.

Los últimos sondeos conceden a los socialdemócratas alemanes entre el 22 % y el 25 %, lo que implica hasta 15 puntos menos que a la CDU. El famoso efecto Schulz se ha esfumado, como quedó de manifiesto en las tres derrotas regionales que ha sufrido el partido desde principios de año. Incluso en el Land más poblado del país, Renania del Norte-Westfalia, considerado un barómetro para las generales. 

Ataques personales

A medida que crecen las divergencias en el seno del SPD y que su concepto de justicia social pierde vigencia, en un momento en el que los alemanes viven mejor que nunca y el desempleo bate mínimos históricos, a Schulz se le acaban las ideas para recuperar votos. Ello explica por qué ha comenzado a atacar personalmente a Merkel. «Una canciller que no dice a su electorado lo que se propone está incumpliendo su obligación», asegura sobre el hecho de que la jefa de la CDU no haya presentado aún su programa.

Asimismo Schulz ha cometido fallos graves, como haber olvidado las tradicionales reivindicaciones socialistas, de las que ya solo quedan resquicios sobre el papel. O el haber ido centralizando su discurso y arriesgando menos tras cada varapalo en las urnas. El líder socialdemócrata ha ido saltando de un aspecto a otro, con la idea de atraer a votantes diversos, y no se ha preocupado de dotar a su mensaje político de fondo. Ello le ha llevado a perder terreno frente a una Merkel que, experta en medir los tiempos, ha terminado robándole todos los temas.

Le ocurrió con las relaciones exteriores en la era Trump, con el matrimonio homosexual y ahora con la política migratoria, el punto más reciente que Schulz ha añadido a su agenda y sobre el que su partido defiende exactamente lo mismo que la CDU: proteger las fronteras europeas, distribuir de manera equitativa a los refugiados, y combatir las causas del éxodo.

Un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas (DIW) revela que, en la última década, el SPD ha pasado de ser la formación de la clase trabajadora a la de la clase media-alta con puesto fijo y la de los jubilados. «Los votantes de los dos grandes partidos alemanes se parecen cada vez más», afirma el DIW. Así que no es de extrañar que sus programas también lo hagan, sobre todo después de tres gobiernos como socios de gobierno. Algo que sin duda ha lastrado a los socialdemócratas, y lo seguirá haciendo hasta que no recuperen su identidad.