El xenófobo Bossi saqueó las cuentas de la Liga Norte italiana

Darío Menor ROMA / COLPISA

INTERNACIONAL

ALESSANDRO GAROFALO | Reuters

Se apropió de 850.000 euros de su partido para uso personal

11 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Roma ladrona. La Liga no perdona». Durante años los italianos han tenido que aguantar que la xenófoba Liga Norte (LN) llenara las calles con carteles con este mensaje, que su fundador y líder histórico, Umberto Bossi, convirtió en una suerte de mantra. Al hombre que construyó una ideología separatista partiendo del supuesto saqueo que sufre la zona septentrional del país por parte del resto de la nación le tocó ayer ver que una jueza sentenciara que los auténticos ladrones son él, su hijo y el hombre al que colocó como tesorero del partido.

Dos años y tres meses de cárcel para Bossi, un año y medio para su hijo Renzo y dos años y medio para Francesco Belsito fueron las penas que sentenció el Tribunal de Milán por utilizar entre el 2009 y el 2011 para usos personales unos 850.000 euros que la LN recibió de fondos estatales. La condenados por apropiación indebida anunciaron que apelarán la sentencia, lo que seguirá alargando un proceso que comenzó hace ya cuatro años.

La magistrada Marialuisa Balzarotti decidió además que Bossi, su hijo y Belsito paguen una multa de 800, 500 y 900 euros, respectivamente. Según la reconstrucción de los hechos presentada por la Fiscalía, quien más dinero del partido se metió en el bolsillo fue Belsito: unos 500.000 euros. El líder histórico de la LN, jubilado a la fuerza en el 2013 por el actual número uno, Matteo Salvini, se habría apropiado de 208.000 euros, mientras que su hijo Renzo habría arramblado con más de 145.000 euros. Vale la pena recordar el uso que el joven Bossi hizo de ese dinero mientras era consejero en el Gobierno regional de Lombardía: 48.000 euros fueron para pagarle un Audi A6, 3.000 euros para el seguro y varios miles en multas. Estaba además el premio gordo: 77.000 euros para comprar un título de graduado en Administración de Empresas en una universidad de Albania, país en el que no ha estado en su vida y cuya lengua no habla. Todo para hacer ver que el Trucha, como lo llamaba su padre, había pasado por la educación superior y se quitaba de encima de una vez la ignominia de haber suspendido tres veces el examen de la selectividad italiana.

A Salvini la sentencia le dejó un sabor agridulce. Por un lado ensucia el nombre su partido, pero por el otro le ayuda a consolidar su liderazgo y su discurso de renovación. De hecho, comentó que Bossi «forma parte de otra política».