Orbán reclama una intervención militar europea en Libia

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Bernadett Szabo | reuters

El dirigente húngaro quiere frenar en los puertos de origen la avalancha migratoria que sacude el Mediterráneo

08 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Viktor Orbán no se caracteriza por ser políticamente correcto. El primer ministro húngaro acumula un largo historial de polémicas y salidas de tono motivadas, en buena medida, por su abierto rechazo a los refugiados e inmigrantes a los que propuso este viernes detener antes de que lleguen a embarcar rumbo a Europa. Para ello, propuso intervenir militarmente en territorio libio. El objetivo sería controlar de primera mano sus permeables fronteras, por donde penetran la mayor parte de los flujos de personas que acaban en las costas italianas aprovechando la anarquía que ahora reina en el país norteafricano.

«Es indudable que si no hay Gobierno allí, no hay a quién pedir autorización para defender la costa del norte de Libia. Es decir, las fuerzas armadas europeas deben ir y defenderla», manifestó a la radio pública Kossuth. Al populista no se le olvidó que su sugerencia puede acarrear problemas legales para la UE. «El caso plantea problemas de derecho internacional que no se deben subestimar», admitió antes de mostrarse a favor de buscar atajos legales para hacerlo en lugar de «invitar» a los refugiados a venir al Viejo Continente y «repartirlos como en un juego de barajas» entre los países de la UE.

No desaprovechó la ocasión que le brindaron los micrófonos para lamentar, de paso, el asesinato en el 2011 del dictador Muamar el Gadafi. «No se le debería haber matado», sostuvo. En su opinión, a pesar de vivir bajo una dictadura, los libios «al menos tenían un Gobierno» que no dudaba en mostrar mano dura con la migración. «No había éxodo porque en ese tiempo estaba en vigor un acuerdo libio-italiano», argumentó.

Hungría está en pie de guerra contra Bruselas y se ha declarado insumisa. No quiere cumplir con la cuota obligatoria de acogida de refugiados que le toca en virtud de un acuerdo firmado en septiembre del 2015 por los 28 líderes de la Unión. Tampoco Polonia está por la labor. Ni Budapest ni Varsovia han abierto sus puertas a alguno de los 160.000 refugiados del programa de reubicaciones desde Grecia e Italia. Tampoco quieren extender la mano a las autoridades italianas para aliviar la presión que están sufriendo a raíz de la crisis migratoria en el Mediterráneo. Orbán saca pecho ante sus votantes y asegura que el tiempo le ha dado la razón cuando decidió elevar vallas a lo largo de sus fronteras y se negó a colaborar en materia de asilo: «Todo el mundo sabe a estas alturas que Hungría tenía razón», sostuvo antes de asegurar que sus homólogos solo lo reconocen «en privado».