Los yihadistas multiplican sus ataques suicidas para vengar su derrota en Irak

R. P. REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

AHMAD AL-RUBAYE | AFP

Los kamikazes atentan contra los civiles que huyen o son acogidos en campamentos

04 jul 2017 . Actualizado a las 07:13 h.

El Estado Islámico pretende vender cara en Irak y está dispuesto a extender el terror hasta sus últimos días en Irak. Los yihadistas han optado por multiplicar los ataques suicidas tanto para dificultar el avance de las fuerzas iraquíes en los últimos reductos de resistencia en lo que fue bastión del califato, Mosul, como para castigar a los civiles que huyen de los combates.

Una kamikaze, originaria de Túnez, se mezcló el lunes con un grupo de civiles que escapaban de Mosul y activó el cinturón de explosivos que portaba. La detonación mató a dos personas e hirió a otros nueve, entre ellos dos miembros de las fuerzas especiales antiterroristas iraquíes CTS).

Otro kamikaze, esta vez un hombre vestido de mujer, se inmoló el domingo en la entrada del campamento de desplazados de Al Kilo, instalado unos 60 kilómetros de Ramadi, capital de la provincia vecina de Anbar. La explosión acabó con la vida de 16 personas, entre ellas mujeres y niños, e hirió a otras 18.

PARA SABER MÁS

El califato identificó el lunes al kamikaze como Abu Obaida al Iraqui y divulgó su foto en una de sus cuentas en Telegram en la que aparece portando un arma y con la cara tapada. El EI afirma que su objetivo era llevar a cabo «una operación de martirio contra el Ejército de los apóstatas», pero la gran mayoría de sus víctimas eran civiles. El califato ha perdido el 60 % de su territorio y 80 % de sus ingresos en tres años, pero no su capacidad de comer atentados.

«En algunos barrios de Mosul el enemigo recurre desde hace tres días a kamikazes, sobre todo mujeres», dijo a la agencia AFP el teniente Sami al Aridhi, un comandante de las CTS, las tropas creadas y entrenadas por EE.UU. «Antes de eso, el Estado Islámico utilizaba francotiradores y bombas», explica. Para hacer frente a la amenaza de las mujeres kamikazes, las fuerzas iraquíes han ordenado a los civiles que se quiten parte de la ropa que llevan antes de acercarse a los puestos de control.

Unos 200 yihadistas

Aridhi prevé que la batalla termine dentro de cinco o siete días. Según sus cálculos, unos 200 yihadistas, en su mayoría extranjeros, están acorralados en la margen oeste del río Tigris, pero las calles estrechas y densamente pobladas del casco antiguo de Mosul complican el avance de las fuerzas iraquíes. El éxodo de civiles sigue siendo masivo y muchos terminan en los centros médicos provisionales. «Esta gente proviene de la ciudad vieja. Huyen del EI, de la muerte, del hambre y del miedo», explica el médico Nazar Salih.

El jefe de la policía federal se felicitaba el domingo de «la victoria en Mosul». Pero el comandante Raed Shakir Jawdat le rectificó y dijo que, aunque la misión de la policía ha terminado, otras fuerzas siguen luchando y que la victoria final será anunciada en su momento por el primer ministro iraquí.