La paz en muchas regiones parece aún remota pues siguen actuando grandes actores armados. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha tomado el testigo de las FARC y, aunque negocia desde febrero su propio proceso de paz, continúa muy activo. Está detrás de dos atentados mortales contra policías en Bogotá en los últimos meses. Tampoco ha cesado de secuestrar. El viernes liberaba a dos periodistas holandeses retenidos a principio de semana. Según las autoridades, mantiene una feroz batalla por el control del territorio dejado por las FARC con el clan del Golfo, una banda criminal [narco-paramilitar para los expertos] dedicada al tráfico de drogas y que recientemente invocó un «plan pistola» contra la policía que ha dejado una decena de agentes en todo el país.
Las amenazas al pacto entre Gobierno y FARC no solo provienen de los fusiles. El Centro Democrático del ex presidente Uribe asegura que cambiará parte de los acuerdos si su candidato (por decidir) se impone en las elecciones de mediados del 2018. Las armas de las FARC ya están en poder de la ONU, pero el proceso sigue dejando interrogantes.