La bestia negra del califato

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

08 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Resultaba extraño oír ayer cómo muchos comentaristas repetían que Irán es un país que apenas ha sufrido el terrorismo. Nada más lejos de la realidad. Durante décadas ha padecido una dura campaña de atentados a cargo de los Muyahidines del Pueblo (MeK), un extraño grupo a la vez islamista y marxista que la UE retiró recientemente de su lista de organizaciones terroristas. Aunque últimamente el MeK ha sido poco activo, se le atribuyen los asesinatos de varios científicos nucleares iraníes entre los años 2007 y 2012 por encargo de Israel. También los separatistas de la región de Beluchistán, armados y teledirigidos por los servicios de inteligencia pakistaníes, llevan a cabo atentados en suelo iraní con frecuencia, como los de Zahedan del 2007 (18 muertos) y del 2009 (20 muertos), o el del 2010 en Chabahar (33 muertos). El de Shiraz del 2008 (14 muertos) fue, en cambio, obra de los monárquicos; y el de Teherán del mismo año (15 muertos) quizás obra de Al Qaida, que además mató a once diplomáticos iraníes en Afganistán en 1998. Y esto sin contar las masacres de peregrinos iraníes en los santuarios chiíes de Irak a manos de fanáticos suníes.

Que el Estado Islámico (EI) se sume ahora a la lista no es una sorpresa. Irán ha sido clave en la contención del califato en Siria y sobre todo en Irak. E incluso sin eso, el EI, que aboga por el exterminio de los musulmanes no suníes, considera a la potencia chií su bestia negra. Si es así, y esta ha sido una operación del EI, sería su primer ataque exitoso en el interior de Irán, algo que buscaba infructuosamente desde hace tiempo. Para los operativos árabes del EI es difícil camuflarse en la sociedad iraní, de etnia persa y lengua farsi. Últimamente, de hecho, los yihadistas habían empezado a difundir transmisiones de radio en farsi dentro de Irán llamando a la pequeña minoría suní a lanzar ataques en lugares públicos. Sin embargo, en el vídeo del atentado que se ha difundido ayer se escucha claramente cómo los terroristas hablan en árabe. Esto, junto con la metodología y el material empleado (armas automáticas, explosivos), hace pensar en una operación organizada desde el exterior.

En Teherán, de hecho, se han apresurado a señalar a Arabia Saudí, que se encuentra ahora mismo entregada a una escalada de su viejo enfrentamiento con Irán, envalentonada por el respaldo de Donald Trump. Aunque esa tesis saudí no es del todo imposible, es bastante improbable. En cualquier caso, el incidente viene a añadir todavía más tensión a una situación ya de por sí explosiva.