Parecidos, pero enfrentados

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

06 jun 2017 . Actualizado a las 10:21 h.

Oír a Arabia Saudí acusar a Catar de financiar el extremismo y fomentar la inestabilidad en Oriente Medio es toda una invitación al sarcasmo. Es cierto de Catar, pero lo es más de la propia Arabia Saudí. Ambos se gastaron miles de millones de dólares en armar y pagar milicias yihadistas en Libia y Siria, a menudo las mismas.

¿De dónde viene, entonces, esta hostilidad? En parte, de viejas rencillas tribales en la península arábiga, pero, más recientemente, del rápido ascenso de Catar en la esfera internacional. Este comenzó con su espectacular entrada en el mundo de la información global con su cadena de noticias Al Jazeera. Ese éxito, y los altos precios del gas natural, acrecentaron su ambición, que le llevó a aprovechar las primaveras árabes para hacer una política exterior diferenciada de la del vecino saudí. Hasta que los saudíes dejaron claro lo que pensaban de esto cuando en Egipto pagaron al general Morsi para que diese un golpe de Estado contra el Gobierno de los Hermanos Musulmanes, que había financiado Catar. Pero la rivalidad no es ideológica. Los dos países son monarquías teocráticas profundamente sectarias y ambas financian fundamentalmente a yihadistas. Si estos se enfrentan a veces entre sí, como sucede en Siria, esto es en gran parte un reflejo del enfrentamiento entre sus patrocinadores.

Ya en el 2014 Doha y Riad estuvieron al borde de la guerra. Las aguas se calmaron y Catar quiso hacerse perdonar participando en la guerra de Yemen al lado de Arabia Saudí (y ambos al lado de Al Qaida). Pero este nuevo choque es mucho más grave. Parece ser que los saudíes han interpretado que Donald Trump se desentendería en caso de conflicto, como ya hizo Obama cuando Arabia Saudí invadió Baréin en el 2011, y se han decidido a someter a Catar de una vez por todas.

No les será difícil. El cierre de la frontera terrestre priva a Catar de más de la mitad de sus suministros de alimentos y el cierre del espacio aéreo desbarata completamente las operaciones de Catar Airways, que podría perder su mercado a manos de su rival Emirates. Aunque la riqueza del gas le permite resistir bastante tiempo este boicot, si Catar se siente abandonada por Washington tendrá que hincar la rodilla. Y ni siquiera hay que descartar una invasión militar saudí. Riad ya invadió un país (Baréin) no hace mucho, libra ahora mismo una guerra en Yemen, financia otras dos en Siria y Libia y sostiene a la dictadura egipcia. Arabia Saudí se ha convertido, de hecho, en el mayor factor de inestabilidad en Oriente Medio y el norte de África.

Y no solo allí. Cada vez hay más voces en Occidente que reclaman una investigación acerca de las relaciones de este reino con el extremismo islámico en Occidente. Precisamente estos días, en Gran Bretaña, la oposición exige al Gobierno que haga público un informe secreto que se compiló sobre este asunto por orden del anterior primer ministro, David Cameron. Theresa May se resiste.