«Si vuelves al control nacional y cierras las fronteras, no puedes vivir tranquilo»

Leoncio gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

vítor mejuto

Cree que el «brexit» y el triunfo de Trump convencieron a los europeos de que es mejor seguir juntos

14 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Europeísta fervoroso que ve en la victoria de Emmanuel Macron un punto de inflexión para relanzar la integración comunitaria frente al desafío populista, el embajador de Italia en España, Stefano Sannino, estuvo de visita en Galicia para conocerla sobre el terreno dentro de un programa de inmersión en la «diversidad» española. Considera que la relación entre su país y el nuestro es «muy buena», aunque eso no significa que no queden cosas por hacer. En su opinión, Italia y España deben aprovechar la «afinidad» que proviene de su condición de «primos hermanos» para impulsar una agenda común en Europa.

-Tras el resultado en Francia numerosos analistas empiezan a dirigir su atención a Italia porque tiene pendientes unas elecciones que volverán a medir la fuerza populista. ¿Por qué es tan fuerte el sentimiento antieuropeo si es un país fundador?

-Yo no diría que es antieuropeo, aunque sí que hay malestar. La UE ha encadenado en los últimos años varias crisis seguidas que han generado un sentimiento de incertidumbre muy grande y extendido la sensación de que somos más pobres y débiles. Esto, a su vez, abrió un proceso de crítica a los partidos tradicionales porque la opinión pública consideraba que no habían hecho lo que se tenía que hacer. El resultado es que, todo junto, armó un relato, no necesariamente antieuropeísta, que sí sostiene que esta Europa no es suficiente y que no está haciendo todo lo que debe.

-¿Han provocado el «brexit» y la victoria de Trump una reacción defensiva que empieza a invertir esa percepción?

-Sí. Las dos cosas han producido un cambio fuerte, no solo entre las opiniones públicas sino entre los gobiernos. Nadie esperaba el brexit. Todo el mundo pensaba que se podría criticar indefinidamente a la UE y que lo aguantaría todo. Pero el resultado del referendo fue un «shock». Y por otro lado, más que las políticas específicas que está poniendo en marcha Trump, preocupa su actitud hacia el multilateralismo. No lo digo como crítica, pero el presidente es unilateralista. Piensa que EE.UU. tiene que negociar solo con sus contrapartes. Por el contrario, la UE es por definición multilateralista. Como decía Romano Prodi, es una unión de minorías porque no hay nadie en su interior que tenga tanta fuerza como para quedarse solo y tener éxito. Creo que los europeos y los gobiernos han comprendido que necesitan seguir juntos porque, de lo contrario, tendrían que enfrentarse a países como EE.UU., Rusia y otros, solos y en una situación de debilidad mucho mayor.

-La llegada a cargos de responsabilidad del Movimiento 5 Estrellas, ¿atempera promesas como la salida del euro?

-No es mi tarea comentar asuntos políticos de Italia, pero la salida del euro sería un autogol tremendo. La idea de que, si dejas la moneda única, puedes recuperar un control total sobre los fundamentales económicos es una ilusión porque vivimos en un mundo globalizado en el que las fuerzas del mercado piensan en términos planetarios. Cerrar un país, suponer que yo me vuelvo a la lira, el franco o la peseta y así gano competitividad porque puedo devaluar, ignora que inmediatamente tienes una inflación que se come tu devaluación. Y que para ganar competitividad tienes que devaluar otra vez, lo que significa más inflación. Todo esto lo hemos vivido ya. El riesgo es que, con estas ilusiones, se piense que se puede vivir mejor si te encierras. Cuando hay una ilusión tan grande que no se cumple, es aún mayor el riesgo porque alguien puede salir diciendo: voy a poner un poco de orden. Creo que tenemos que advertir que, si vuelves al control nacional y cierras las fronteras, no puedes vivir tranquilo y feliz. Te puedes despertar el día siguiente mucho peor.

«Hay que lograr que los hijos vivan mejor que los padres»

El embajador considera que la globalización ha creado problemas serios, entre los que destaca la brecha entre los más ricos y los más pobres, el abismo entre los que son capaces de aprovecharla y los que no. Pero la actitud, afirma, no es dar la espalda al fenómeno sino ver «cómo lo gestionas, cómo reduces el impacto negativo y lograr que los hijos tengan una vida mejor que la de los padres». Pone como ejemplo las transformaciones a las que está sometido el periodismo impreso. «Estamos en un periódico y sabemos qué está pasando con la revolución digital. Podemos decir que nos gustaba más cuando existían las rotativas, pero eso no arreglará el problema. El reto es cómo creas reglas para que la revolución digital pueda beneficiar a todo el mundo y no solo a unos pocos».

Una de las novedades asociadas con la globalización es la escalada de las migraciones. ¿No está ocurriendo que los países del norte de Europa se desentienden de las avalanchas que padecen los situados en primera línea de playa y que ello se debe a que estos no presentan un frente común?.

-Sinceramente, la idea de dividir la Unión Europea entre norte y sur, entre este y oeste, no me gusta. Tenemos que hacer un esfuerzo para comprender que todos somos responsables de todo y que hay una solidaridad que tenemos que ejercer cuando se habla de una frontera en el este de Europa o de cuando se habla de la que está en el sur. Quizás no hemos medido bien las consecuencias de algunas decisiones que se han tomado en Oriente Medio o en el sur del Mediterráneo. Pero creo también que en estos últimos años, gracias a lo que han hecho las instituciones europeas, y en concreto personas como la alta representante, Federica Mogherini, el Mediterráneo ha entrado con más fuerza en la agenda. ¿Podrían los países del sur hacer más? Sí. Pero sin olvidar que la responsabilidad es colectiva. No se puede pretender que solo los países del sur se ocupen del Mediterráneo y que solo los del Este lo hagan de Rusia.