Tensión entre Berlín y Ankara tras la prohibición del mitin de un ministro de Erdogan

F. E. REDACCIÓN/ LA VOZ

INTERNACIONAL

ADEM ALTAN | AFP

La localidad germana de Gaggenau canceló a ultima hora un acto de campaña del ministro turco de Justicia

03 mar 2017 . Actualizado a las 07:43 h.

Todo apunta a que Alemania y Turquía seguirán jugando al ratón y al gato. Ayer mismo la localidad germana de Gaggenau, situada en el estado federado de Baden-Württemberg, en el suroeste del país, canceló a ultima hora un acto de campaña con el que el ministro turco de Justicia, Bekir Bozdag, pretendía recabar apoyos de cara al referendo que se celebrará el próximo 16 de abril y que busca reformar la Constitución para ampliar los poderes del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Si bien las autoridades locales justificaron su decisión en la falta de un espacio adecuado para alojar al elevado número de asistentes previsto, el trasfondo político es innegable. Aunque el Ejecutivo alemán necesita llevarse bien con Ankara, de la que depende para frenar el flujo de refugiados que llegan al continente europeo, no puede ignorar las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que se producen a diario en Turquía, especialmente tras el intento de golpe de Estado del pasado julio.

La última víctima de la inédita purga que emprendió entonces Erdogan es precisamente un periodista germano-turco: Deniz Yücel, el corresponsal del diario Die Welt, quien está acusado de propaganda terrorista por haber difundido emails de un ministro y yerno del presidente y pasó el martes a prisión preventiva tras ser detenido hace dos semanas en Estambul. «Una de las pruebas más duras para las relaciones bilaterales de los últimos tiempos», dijo el ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, acerca de un episodio que figura ya en la larga lista de roces diplomáticos entre ambos países.

El gobierno de Angela Merkel se empeña en separar el controvertido acuerdo migratorio con Ankara de la detención de Yücel. Pero en las calles de Alemania, donde residen 3,5 millones de ciudadanos turcos, aumenta tanto la indignación por su arresto, como las reticencias a acoger eventos que sirvan para convertir Turquía en una república presidencialista. Como el del 18 de febrero en la ciudad de Oberhausen, cuando el primer ministro, Binali Yildirim, congregó a 10.000 personas.

«Dado que Erdogan viola la libertad de prensa, los representantes turcos no pueden hacer campaña en territorio germano», criticó el diputado cristianodemócrata Guido Wolf, sumándose así a las voces de políticos de todas las vertientes, de las oenegés, y hasta de la Asociación turca en Alemania, que asegura haber sufrido represalias por parte de instituciones afines al presidente.

Como respuesta al veto, que considera injustificable, Bozdag canceló su viaje de ayer a Karlsruhe, donde iba a reunirse con su homólogo germano, Heiko Maas, para tratar el caso de Yücel. «Algo así no puede ser considerado democracia», denunció desde Estrasburgo. Mientras tanto, el ministerio de Exteriores llamó a consultas al embajador alemán en Turquía para pedir explicaciones.