Trump retira a Estados Unidos de la zona de libre comercio del Pacífico

EFE WASHINGTON

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE | Reuters

Promete a los empresarios desregulación casi total y bajadas masivas de impuestos

24 ene 2017 . Actualizado a las 09:06 h.

Donald Trump cumplió ayer una de sus grandes promesas de campaña y firmó de la orden ejecutiva para la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), una pieza clave del legado de Barack Obama, conformado por doce países latinoamericanos y asiáticos (entre ellos China) que representaban el 40 % de la economía mundial. «Es algo importante para los trabajadores estadounidenses», dijo Trump en el despacho oval.

Se trata de una medida esperada que anticipa la deriva proteccionista de Trump, quien también apostará por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), con México y Canadá. Con este gesto, el presidente pone patas arriba los acuerdos comerciales de EE.UU. y confirma que hablaba en serio cuando prometía modificar toda esta estructura que considera dañina para la economía del país. Durante la campaña calificó al TPP como «asesino de empleos».

«Trump no pierde tiempo en actuar», reaccionó el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Su aplauso estuvo muy lejos de la acogida que le dieron otros republicanos, como el senador John McCain, quien calificó la retirada del TPP como «un serio error».

La firma de esta orden vino seguida de otras dos para congelar las contrataciones del Gobierno federal (exceptuando las de las fuerzas armadas) y restablecer la cláusula conocida como México City, que prohíbe que las oenegés extranjeras a favor del aborto puedan recibir financiación (fue una medida original de la Administración Reagan y eliminada años más tarde por Bill Clinton). De esta manera ya son cuatro las órdenes ejecutivas que Trump ha firmado desde que fue investido presidente el viernes, cuando también abrió el camino hacia la derogación de la reforma sanitaria, el Obamacare.

Bajada masiva de impuestos

El neoyorquino comenzó el día prometiendo un recorte «masivo» de impuestos a las empresas y a la clase media, entre un 15 % o un 20 %, durante un desayuno con líderes empresariales, entre quienes estaban los directivos de compañías como Tesla o Lockheed Martin. Su promesa se hacía extensiva a las regulaciones comerciales y prometía reducirlas en un 75 %, «tal vez más», para impulsar la producción local. «Podemos salvar las vidas y los trabajos de los americanos», dijo después de anticipar en Twitter «una semana completa con énfasis en la creación de empleos y la protección de la seguridad nacional».

El presidente se reunió también con dirigentes sindicales y trabajadores, antes de encontrarse con los líderes republicanos y demócratas del Congreso, a quienes necesita convencer para revisar, entre otras cosas, el sistema de salud. En paralelo, el Senado votaba la confirmación de Mike Pompeo como nuevo director de la CIA y la de Rex Tillerson, como nuevo secretario de Estado. Todas las miradas estaban puestas en Marco Rubio, gran crítico de Tillerson por sus conexiones con Rusia. Finalmente, el senador por Florida apoyó su nominación «a pesar de mis reservas».

Más tarde el portavoz Sean Spicer advirtió a Pekín que EE.UU. defenderá «los intereses internacionales» en el mar de China Meridional y que el comercio debe ser «una calle de doble dirección». También que está abierto a llevar a cabo operaciones militares conjuntas con Rusia contra el Estado Islámico en Siria y ha ofrecer ayuda militar a Egipto.

Primera demanda contra el presidente por conflicto de intereses

Setenta y dos horas como presidente y Trump ya tiene su primera demanda por conflicto de intereses. El grupo de abogados y académicos Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington (CREW, por sus siglas en inglés) presentaron ayer una denuncia ante un tribunal federal de Manhattan porque consideran que viola la Constitución al recibir sus empresas pagos de Gobiernos extranjeros. «No queríamos llegar a este punto. Teníamos la esperanza de que el presidente Trump diera los pasos necesarios para evitar violar la Constitución antes de asumir el cargo», lamentó el director de CREW, Noah Bookbinder.

Entre los demandantes hay expertos constitucionales, litigantes del Tribunal Supremo y juristas expertos en ética de los Gobiernos de Barack Obama y George W. Bush. Según The New York Times, todos ellos sostienen que Trump Organization recibe eses pagos «a través de huéspedes y eventos en sus hoteles, alquileres de sus edificios, préstamos de bancos controlados por Gobiernos, o valiosos acuerdos de bienes raíces en el exterior» como China, India, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia y Turquía. Según la demanda, todo esto choca contra la disposición constitucional conocida como Cláusula de Emolumentos, que prohíbe los pagos y regalos de poderes extranjeros.

La asesora Kellyanne Conway confirmó que el presidente no tiene la intención de difundir su declaración de la renta. Según Conway, este tema no les preocupa a los votantes. Wikileaks se ha ofrecido a publicar la declaración de la renta de Trump si se la hacen llegar y ha criticado que el republicano rompa su promesa de campaña de divulgarla si ganaba.

La Casa Blanca: «Nuestra intención es no volver a mentir»

La falta de disciplina presidencial de Donald Trump está comenzando a inquietar a algunas voces importantes dentro de su equipo de la Casa Blanca. Horas antes de declarar la guerra a los medios durante su visita a la sede de la CIA, una parte de sus asesores intentaron detenerlo, según desvela el periódico The New York Times. «El presidente estaba muy enfadado tras enterarse de que un reportero había dicho que había sacado el busto de Martin Luther King del despacho oval. El presidente estaba ansioso por contraatacar», revela el rotativo.

Al parecer, varios consejeros le instaron a pasar página y centrarse en sus responsabilidades, pero otros le animaron a continuar con su ofensiva. Fue el caso de su portavoz, Sean Spicer, quien ayer intentó hacer las paces con los medios después de protagonizar una rueda de prensa llena de falsedades la noche del sábado.

Así, un Spicer muy diferente aseguró que la intención de la Administración Trump: : «Nuestra intención es no volver a mentir (...) pero a veces podemos discrepar de los hechos». Sus palabras recordaron a las que horas antes había pronunciado la asesora de Trump, Kellyanne Conway, y que escandalizaron a buena parte de la profesión tras asegurar que el portavoz de la Casa Blanca no daba datos falsos, sino «hechos alternativos».

«La manera tradicional de cubrir al presidente ha muerto», advirtieron en The Washington Post. Para la nueva Casa Blanca no es suficiente la labor de verificación que los medios hicieron con respecto a las asistencias entre la investidura de Trump y la de Barack Obama, en el 2009. «No les gusta nuestro trabajo porque la verdad no les beneficia», respondieron en la cadena NBC.

Ayer y a pesar de una postura bastante más suave que la del fin de semana, Spicer conservó la consigna de que los medios no cubren de forma justa al mandatario republicano: «Hay un intento constante de socavar la credibilidad del presidente. Es desmoralizador».

Durante su comparecencia, que duró más de 90 minutos, el portavoz de la Casa Blanca acabó reconociendo que «a veces nos equivocamos» y en un intento de enmendar su error, aseguró que la investidura de Trump fue la más vista (no la más concurrida, como sostuvo el fin de semana). Así y, aunque Spicer no pidió disculpas explícitamente, parte de su puesta en escena sí sonó a mea culpa.

La prensa refuta las mentiras

La prensa de EE.UU. ha decidido no quedarse callada ante las reiteradas mentiras de la Casa Blanca. The Washington Post ha optado por refutar las falsedades una a una con la verdad. Ayer da cuatro pinochos a la Casa Blanca por sus datos sobre la asistencia a la toma de posición. Mintió sobre el aforo, el número de viajeros del metro, que se cubrió la hierba por primera vez y que se instaló la megafonía lejos del palco.