El atentado de Berlín destapa la descoordinación en la lucha contra el terrorismo en Europa

maría molinos ALEMANIA / COLPISA

INTERNACIONAL

BRITTA PEDERSEN | Efe

Los ataques revelaron fallos burocráticos en las policías, tanto en la alemana como en las del resto de la UE

26 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La investigación del ataque de Berlín, en el que murieron doce personas, y la biografía de su presunto autor, un tunecino de 24 años abatido el viernes por la Policía en Milán, revelan fallos en la lucha antiterrorista en Europa, problemas burocráticos y falta de coordinación entre las fuerzas de seguridad dentro de Alemania y en la UE, y agujeros en la política de asilo comunitaria.

Berlín prepara ya un informe de consecuencias políticas y reformas legales tras el primer gran atentado yihadista en suelo alemán. La canciller, Angela Merkel, lo indicó pocas horas después de la muerte de Anis Amri, presunto autor del ataque. Reconoció indirectamente deficiencias y avanzó su voluntad de subsanarlas.

Lo primero que salta a la vista son los problemas en la coordinación entre socios de la UE. Amri cumplió cuatro años de cárcel en Italia antes de llegar a Alemania, pero las fuerzas de seguridad y las autoridades de inmigración germanas lo desconocían. Además, pese a la orden de detención europea dictada por Berlín el miércoles, el tunecino logró pasar sin llamar la atención a Francia (en estado de excepción desde hace un año) e Italia.

También falló la cooperación dentro de Alemania. Según varios expertos, el sistema federal provoca que las fuerzas de seguridad trabajen de forma muy fraccionada, lo que dificulta perseguir a grupos internacionales y sospechosos con gran movilidad.

Según la investigación, Amri trató de aprovechar la ventaja y se registró en varios organismos con al menos seis identidades distintas. Además, los servicios secretos marroquíes aseguran haber alertado en dos ocasiones del peligro que representaba el tunecino y de sus planes. Pero, al parecer, para nada.

Amri estaba fichado por frecuentar círculos radicales y se le creía «peligroso», una distinción que solo reciben en la actualidad 549 personas en un país de más de 80 millones de habitantes. Pero no se le estaba vigilando en el momento del atentado.

La política comunitaria de asilo también está en entredicho. A Amri se le había denegado el derecho en Italia para cuando llegó a Alemania, en julio del 2015, pero las autoridades de inmigración no le descartaron automáticamente, como rechazado ya por otro de los 28, sino que dieron trámite a su petición. Europa cuenta con una base de datos conjunta de refugiados que no se empleó correctamente. O Berlín no cotejó sus huellas en el sistema, o Italia no registró a Amri del modo adecuado en un primer momento. 

Fallos en la expulsión

El sistema de expulsión de extranjeros irregulares en la Unión tampoco funcionó correctamente. Y esto se achaca sobre todo a los países de origen, que obstaculizan la devolución de sus nacionales. Tanto Italia en el 2015 como Alemania en el 2016 trataron de deportar a Amri, lo que fue imposible porque Túnez primero negó que fuese un ciudadano de este Estado y luego dilató los trámites.