Trump elige a un amigo de Putin como secretario de Estado y enfada al Senado

ADRIANA REY NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

ANDREW KELLY | REUTERS

Rusia bendice el nombramiento de Tillerson y lo ve como «un gran profesional»

14 dic 2016 . Actualizado a las 08:49 h.

Donald Trump lo ha vuelto a hacer. Su última apuesta dándole el cargo de mayor importancia diplomática en EE.UU. a Rex Tillerson, presidente de Exxon, la principal petrolera del país, prueba que poco o nada le importa lo que diga el grueso de su partido.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca llega para premiar a todo aquel que le respalde y le ayude a cumplir sus objetivos y si el magnate quiere mejorar sus relaciones con Rusia, tal y como prometió en campaña, Rex Tillerson es su hombre.

«Es un gran profesional», dijo con satisfacción el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. El aplauso ruso no fue ninguna sorpresa teniendo en cuenta que una de las amistades más férreas del nuevo secretario de Estado la fraguó con Vladimir Putin. Con él se ha reunido en varias ocasiones y, además, le condecoró con la Orden de la Amistad en 2013, el galardón más valioso que el Kremlin otorga a un extranjero.

La de Putin y otras muchas relaciones que Tillerson ha hecho le han servido para que Trump le reclute. De hecho, así es como este ejecutivo de 64 años tratará de suplir su inexistente experiencia en el Gobierno: aplicando su experiencia en el mundo de los negocios a la diplomacia.

Los lazos entre Tillerson y Moscú se remontan a los años 90, cuando el texano propició que la petrolera tuviese empresas conjuntas con Rosnef, otro gigante del petróleo que es mayoritariamente propiedad del Estado ruso. Ambas compañías exploraron valiosos recursos en el Ártico, aunque la alianza quedó truncada tras las sanciones que EE.UU. impuso a Rusia por la anexión de Crimea en 2014.

Esas mismas restricciones que Tillerson criticó son las que ahora estarán en sus manos, si el Senado finalmente lo permite. Y es que su relación con Putin podría complicar su proceso de ratificación en la Cámara Alta, donde republicanos como Marco Rubio o John McCain ya han manifestado su preocupación: «No veo cómo se puede ser amigo de un miembro de la KGB», dijo desconfiado McCain.

El romance entre Trump y Rusia nunca hubiese llegado a buen puerto con hombres como Mitt Romney, otro de los candidatos que, al parecer, el neoyorquino nunca consideró. A pesar de sus muchas reuniones y cenas en Manhattan, «Trump solo quería torturarle, jugar con él», reveló a los medios Roger Stone, amigo y asesor del presidente electo.

Trump también sorprendió ayer al anunciar su decisión de posponer a enero la rueda de prensa -prevista para mañana- en la que iba a explicar cómo se apartará de sus negocios privados para no caer en un conflicto de intereses. «Dos de mis hijos, Eric y Donald los gestionarán», se limitó a decir en sus redes sociales. En EE.UU. es una costumbre que los presidentes convoquen a la prensa para contestar a sus preguntas días después de ganar las elecciones. No ha sido el caso de Donald Trump que va camino de cumplir los dos meses sin hacerlo.

Erdogan ordena detener a un socio del presidente electo para presionar a EE.UU.

Los intereses de las empresas de Donald Trump esparcidas por medio mundo ya empiezan a tener sus consecuencias diplomáticas. Ayer, el diario de The Guardian se hacía eco de una investigación de Newsweek que revelaba que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, había ordenado detener a Barbaros Muratoglu, un alto ejecutivo vinculado con las empresas de Trump.

Las primeras lecturas geopolíticas hablaban de «un esfuerzo para ejercer presión política sobre el próximo presidente ejecutivo de los Estados Unidos», según el diario inglés.

Muratoglu trabaja en Dogan Holding, un conglomerado industrial líder que construyó los edificios Trump Towers en Estambul. Fue detenido por la policía el 1 de diciembre en «acusaciones raídas» de acuerdo con una investigación realizada por la revista Newsweek.

Las mismas fuentes vinculan la detención del ejecutivo de Trump a la negativa estadounidense a extraditar al clérigo Fetullah Gulen, que reside en Pensylvania y al que Erdogan considera como el motor del fallido golpe de Estado ocurrido en Turquía el pasado verano. «Hagan sus conjeturas: Trump habla bien de un socio local, Dogan, y a las pocas semanas un directivo de esa empresa es detenido, lo que pone en peligro el flujo de dinero hacia las empresas del millonario y sus hijos. ¿Es presionar?», informó una fuente turca. 

Choque Turquía-UE

Mientras, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE rechazaron ayer suspender formalmente las negociaciones de adhesión con Turquía como ha exigido Austria, aunque no se abrirán nuevos capítulos de las negociaciones a corto plazo por la represión civil emprendida por Ankara tras el golpe de Estado fallido.

A su llegada a la reunión, los ministros europeos se mostraban divididos sobre cómo proceder con Turquía por la purga masiva contra militares y civiles, entre ellos parlamentarios opositores, tras la asonada. «Turquía se aleja de la UE», dijo el jefe de la diplomacia austríaca, Sebastian Kurz, para quien el texto, presentado por la presidencia del Consejo y que su país no respaldó, «va en la buena dirección, pero aún no es suficiente». Kurz había propuesto congelar las negociaciones. Aunque las conclusiones presentadas descartan la apertura de nuevos capítulos, no prohíben continuar con las negociaciones en los apartados ya abiertos

Perry asume Energía, la cartera que propuso eliminar cuando se presentó a las primarias

JOHN MOORE | AFP

Donald Trump pondrá al frente del departamento de Energía al exgobernador de Texas Rick Perry. Con su designación, el empresario sigue alimentando la controversia al colocar al frente de la cartera de Energía a alguien que en su momento quiso eliminarla.

Fue en el 2011, cuando Perry era aspirante a liderar la candidatura republicana y protagonizó uno de los lapsus memorables que después le costaría la carrera en las primarias: «Hay tres agencias del Gobierno que cuando yo llegue desaparecerán. Comercio, Educación y ¿cuál es la tercera? Veamos...», decía mientras removía sus papeles tratando de encontrar la respuesta, durante uno de los debates televisivos.

En el 2015, Perry trató de corregir los errores y se lanzó de nuevo a la carrera presidencial.

No tuvo éxito. Sus aspiraciones no fueron respaldadas por las bases de un partido que veían como Donald Trump ganaba terreno y le atacaba por su gestión en el área de seguridad fronteriza.

«No podemos aceptar llamadas que dividan aún más a nuestra nación», cargó entonces Perry contra el empresario y a quien finalmente apoyaría, después de respaldar a Ted Cruz.

Conservador, religioso y contrario al intervencionismo estatal, Rick Perry de 66 años es además un gran conocedor del mundo del petróleo. Un sector que gusta al presidente electo si se tiene en cuenta que con la designación de Perry ya son tres los miembros de su gabinete cercanos a la industria, junto a Rex Tillerson, nuevo secretario de Estado y presidente del gigante del petróleo Exxon Mobil y Scott Pruitt, un defensor del carbón y del petróleo designado como director de la Agencia de Protección Medioambiental. Además de la política, Rick Perry también hizo sus pinitos en el mundo de la televisión. Fue el pasado verano cuando mostró su cara más amable durante su participación como concursante del programa Dancing with the Stars (Bailando con las estrellas).