El presidente italiano aplaza la dimisión de Renzi hasta que el país tenga Presupuestos

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

GREGOR FISCHER | EFE

Busca urdir un nuevo Gobierno sin atender la demanda populista de adelantar las elecciones

06 dic 2016 . Actualizado a las 17:41 h.

El presidente de la República, Sergio Matarella, se ha convertido en el árbitro de la grave crisis abierta en Italia como consecuencia del fracaso de Matteo Renzi en el referendo que convocó y perdió con casi veinte puntos de diferencia. Su intención fue este lunes básicamente limitar daños, como dejó ver en un comunicado en el que pidió primero «serenidad y respeto» y recordó luego que el país cuenta con «compromisos y plazos» que tiene que cumplir. Estas palabras hacen pensar que no cederá a las prisas de los populistas y que no convocará elecciones anticipadas al menos hasta que se reforme la ley electoral y no estén aprobados en el Parlamento los Presupuestos del año que viene. Con este motivo, y para evitar el caos que crearía un vacío de poder, pidió y obtuvo de Renzi el compromiso de que seguirá al frente del Ejecutivo hasta que las cuentas consigan luz verde de ambas Cámaras, posiblemente a finales de esta semana.

Aunque no se produjo la temida reacción de los mercados, que han ignorado el resultado del referendo, Italia está envuelta por una capa de incertidumbre e hipótesis diversas sobre su futuro. Descartado un nuevo Ejecutivo con Renzi al frente, Mattarella baraja diversas opciones antes de recurrir a las elecciones. El Partido Democrático tiene la mayoría parlamentaria y puede dar la confianza a un candidato, que bien podría ser el ministro de Economía, Pier Carlo Padovan, para que presida un Gobierno técnico-político de transición hasta los comicios. Otra opción que se baraja es la de Pietro Grasso, antiguo juez antimafia y actual presidente del Senado, una personalidad independiente del PD capaz de poner de acuerdo a las distintas fuerzas para reformar la actual ley electoral. La candidatura del ministro de Infraestructuras, Graziano Delrio, se ve demasiado ligada a Renzi, de quien siempre ha sido un estrecho colaborador, mientras que el también ministro Dario Francescchini mantiene buenas relaciones con la parte del partido más hostil al joven florentino.

Este tendrá que rendir cuentas este miércoles a su partido, donde se espera que presente la dimisión como secretario general. En el PD es la hora de la revancha de todos aquellos a los que había obligado a aceptar su liderazgo. Los que han hecho campaña contra la reforma pedirán su cabeza y se harán oír con la fuerza que les da la victoria del domingo. Los candidatos a dirigir el partido son varios y quien salga elegido tendrá que cerrar las profundas heridas que el paso de Renzi ha dejado tras de él. No será fácil, porque el primer escollo es, precisamente, proponer a Mattarella un candidato a la jefatura del Gobierno con capacidad para resistir la presión de los populistas.

Aunque en la oposición todos se felicitan por la victoria, los partidos no pasan por su mejor momento. El Movimiento 5 Estrellas (M5E) insiste en ir a votar «lo antes posible y con cualquier ley», mientras que su líder, Beppe Grillo, anunció que ya están preparando su equipo de gobierno. Todo apunta a que el candidato del M5E pueda ser Luigi Di Maio, aunque dentro del movimiento tiene enemigos, como Roberto Fico o Carla Roucco.

Mucho más dividido está el centro derecha, que se debate entre una línea antieuropeísta cercana a las posiciones de Marine Le Pen que defiende Matteo Salvini de la Liga Norte, que también pide elecciones, y la más moderada y prudente de Silvio Berlusconi. Este no descarta participar en un Gobierno de coalición y se ha mostrado dispuesto a colaborar en la nueva ley electoral.

«No creía que me odiasen tanto»

Con un «no creía que me odiasen tanto» Matteo Renzi reconocía la noche del domingo ante sus colaboradores la magnitud de la derrota que ha sufrido su reforma constitucional. De la amargura pasó a la rabia contenida: «He hecho lo que tenía que hacer. Lo hemos intentado pero no lo hemos conseguido», se justificó emocionado. La emoción hizo que le saltaran las lágrimas mientras agradecía a su mujer, Agnese, presente en la sala mientras anunciaba su dimisión, el apoyo que le brindó en todo momento. De ese modo aparecía ante todos un Renzi más humano y alejado de la imagen de florentino sin alma que no dudaba en pasar por encima de todos con el fin de alcanzar el poder.