Fillon subirá la jornada laboral a 39 horas y eliminará 500.000 funcionarios

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

THOMAS SAMSON | AFP

Marine Le Pen recibe con preocupación la victoria en las primarias del ex primer ministro

22 nov 2016 . Actualizado a las 07:26 h.

En el primer debate televisado de los siete aspirantes de la derecha francesa a obtener la designación para ser elegidos candidatos a la presidencia, todo estaba preparado para un mano a mano entre los dos grandes favoritos: Nicolas Sarkozy y Alain Juppé. Sin embargo, emergió un tercero en discordia situado en un lateral del semicírculo de oradores. Era François Fillon, con un contundente discurso de corte liberal orientado a reducir el gasto público y aumentar la competitividad de la economía francesa.

El mensaje no era nuevo. En el 2007, al ser elegido primer ministro, Fillon ya alertó de que Francia estaba en bancarrota. Pero el ahora favorito de la derecha moderada francesa sorprendió en el debate a todos sus rivales al verbalizar un agresivo programa que acaba con varios de los fetiches de la calidad de vida de sus compatriotas.

Así, Fillon prometió, si gana, acabar de inmediato con la limitación de la jornada laboral semanal de 35 horas y subirla a 39, dejando a expensas de los acuerdos entre trabajadores y empresas la oportunidad de acomodarla a los intereses de ambas partes.

Para reducir el gasto público, François Fillon también anunció su deseo de eliminar más de medio millón de puestos de funcionarios públicos en áreas consideradas no productivas, aunque el compromiso es reponer las bajas en defensa, seguridad y sanidad.

Su política, de tintes liberales en lo económico, se vuelve especialmente restrictiva en asuntos sociales. Así, Fillon asegura que revisará la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo si él es el nuevo presidente, al tiempo que atacará la inmigración ilegal por todos los frentes legales a su alcance.

Con esa batería de medidas, la hipotética candidatura de François Fillon es percibida con especial hostilidad en el centro de operaciones del Frente Nacional que lidera Marine Le Pen, que prefería la tibieza y contemporización de Alain Juppé como rival en la búsqueda del voto de la derecha en la primera vuelta de las presidenciales francesas. 

«Es como Tatcher y Reagan»

«Es Thatcher y Reagan reunidos», definían ayer en el cuartel general frentista al ganador el domingo de la primera vuelta de las primarias conservadoras, según informa Colpisa.

Tampoco hubo parabienes en las filas socialistas. El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, advirtió de que Francia no necesita «soluciones ultraliberales y conservadoras», sino una república «firme y acogedora», con servicios públicos eficaces. Valls se mostró especialmente crítico con la amenaza de eliminar funcionarios públicos, en un intento de aglutinar todo el voto de izquierdas.

De momento, el impacto de Fillon en las encuestas para las presidenciales no está cuantificado. Ayer, el primer sondeo efectuado tras la primera vuelta de las primarias incrementó el nivel de apoyo popular a Fillon. Si el domingo obtuvo el 44,1 % de los votos de los cuatro millones de franceses que acudieron a las urnas, ayer esa cifra subió ocho puntos en una consulta estatal.

Fillon sumó además los apoyos de los precandidatos Nicolas Sarkozy y Bruno Le Maire, mientras que Alain Juppé contará con el respaldo de Nathalie Kosciusko-Morizet y Jean François Coppé de cara a la segunda vuelta del próximo domingo.

«Míster Nadie» jubiló a Sarkozy

François Fillon (Le Mans, 1954) es, a pesar de su imagen, un veterano de la política francesa. Tras unos breves escarceos como periodista en la agencia France Presse, entró en la vida pública como jefe de gabinete del Ministerio de Transportes en 1978. Fue elegido concejal en Sablé-sur-Sarthe en 1981 y fue alcalde de esa comuna desde 1983 hasta el 2001. Ha sido ministro de Eduacación en dos períodos, de Asuntos Sociales y Trabajo y de Correos e Innovación Tecnológica. Alcanzó la cima como primer ministro bajo la presidencia de Nicolás Sarkozy, entre 2007 y 2012, aunque ahora aspira a superar ese listón enfilando la puerta del Elíseo. 

Casado con una católica galesa, padre de cinco hijos, descendiente de un notario y una historiadora de origen vasco, a Fillon no le ha temblado el pulso para jubilar a un Sarkozy al que muchos señalaban como favorito. El expresidente francés le rescató para la gran política después de un sonado enfrentamiento con Dominique de Villepin que le jubiló de su segunda etapa como ministro de Educación en el 2005. Se convirtió entonces en «míster Nadie», un desahuciado para la primera línea política. Dos años después se convirtió en el principal consejero político de Sarkozy y, a la postre, en el primer ministro del país.

Es un firme combatiente del yihadismo. Algunas de sus ideas las recoge en el libro Derrotar al totalitarismo islámico, que empezó a redactar tras el atentado de Niza y se muestra partidario de pactar incluso con Putin «como hicieron De Gaulle, Churchill y Roosevelt con Stalin».