Bajo la intemperie, sin hogar ni trabajo, y con lo puesto

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

REMO CASILLI | Reuters

Miles de italianos castigados por los seísmos colocan a Renzi ante el reto más difícil de su carrera

01 nov 2016 . Actualizado a las 08:25 h.

Italia no dispone en estos momentos de una cifra exacta de las personas que se vieron condenadas a abandonar su casa como consecuencia de los tres terremotos que golpearon el centro de la península en los dos últimos meses, bien porque hubiese quedado destruida o porque corra riesgo de derrumbe. ¿Son entre 30.000 y 40.000, como apuntan las estimaciones de la prensa?

El colectivo, en cualquier caso, se ha visto engrosado por los más de 10.000 habitantes de Norcia y pueblos limítrofes obligados a emprender el desalojo tras el seísmo que el domingo devastó la zona, dejándolos a la intemperie, sin hogar, sin trabajo y con lo puesto. «Ninguno de nosotros quería abandonar Norcia», cuenta una mujer de la localidad. «Hemos aguantado a este monstruo que sale de la tierra durante semanas, y cada día decíamos: hoy pasará, hoy pasará. Pero en lugar de eso....», se lamenta tras haber tenido que desprenderse de su vida de siempre como consecuencia del estado de inhabitabilidad del pueblo y tras comprobar que las cabañas de madera que iban a servir de alojamiento temporal mientras se reconstruye no estarán listas en meses.

Para el Gobierno italiano, la actividad sísmica plantea en primer lugar un problema humanitario que describió su primer ministro, Matteo Renzi, cuando escribió que «no podemos tener varios meses tiendas de campaña en las montañas bajo la nieve». En paralelo al alojamiento en hoteles, es necesario acometer un proceso de reconstrucción de la decena larga de municipios afectados que, en cualquier caso, necesitará tiempo y una dotación presupuestaria que. con toda seguridad, excederá los 4.000 millones de euros que estimaba el Ejecutivo la pasada semana.

Pero, además, hay un problema político añadido. Los italianos han sido convocados el 4 de diciembre a un referendo cuyo resultado puede tener consecuencias dramáticas para el futuro de su primer ministro. Como se sabe, Renzi vinculó su carrera al resultado de la consulta sobre la reforma constitucional que él mismo promovió y que, en caso de triunfar, supondría el mayor cambio en la estructura de la República desde que se creó hace 70 años, con un recorte de los poderes del Senado y las entidades regionales. El auxilio a los damnificados desvía necesariamente la atención del Ejecutivo de la campaña con el agravante de que, si deja personas o colectivos insatisfechos, puede crear focos de malestar letales para el resultado del plebiscito.

Renzi intenta sortear la situación con una presencia activa. El domingo prometió que «cada iglesia, cada casa, cada tienda» serán reconstruidas. «Estos pueblos son la identidad de Italia: hay que reconstruir todo rápido y bien», dijo. Ayer insistió en que el país sufre una «herida profunda» y aseguró que el Ejecutivo está obligado a realizar una «intervención extraordinaria». Los miles de italianos sin hogar, muchos de los cuales no tienen más que la ropa que llevan puesta, están pendientes.