Un ataque de la coalición árabe contra una cárcel causa 60 muertos en Yemen

Efe SANÁ

INTERNACIONAL

ABDULJABBAR ZEYAD | REUTERS

La mayor parte de las víctimas son presos recluidos en esas instalaciones

30 oct 2016 . Actualizado a las 15:07 h.

Una serie de bombardeos de la coalición árabe contra un complejo de seguridad, controlado por los rebeldes hutíes en el oeste del Yemen, causó hoy al menos 60 muertos, en su mayoría presos recluidos en esas instalaciones.

El complejo blanco de los ataques se ubica en la comarca de Al Zaidia, al norte del puerto de la ciudad de Al Hodeida, el único que sigue en manos de los insurgentes.

Según los datos proporcionados a Efe por el gobernador de Al Zaidia, Abderrahman al Mansab, los bombardeos efectuados en torno a la medianoche ocasionaron al menos 60 muertos y 38 heridos.

Al Mansab no descartó que aumente la cifra final de víctimas mortales debido a que hay heridos en estado grave y a que todavía hay cuerpos por recuperar entre los escombros.

«La situación en el presidio es trágica, muchos de los cuerpos están mutilados», manifestó en una conversación telefónica desde el lugar de los hechos.

Los equipos de rescate trabajan a contrarreloj desde esta madrugada para sacar los cuerpos atrapados y buscar supervivientes entre la amplia destrucción.

Los tres ataques aéreos realizados por la coalición árabe, capitaneada por Arabia Saudí, destrozaron las instalaciones de seguridad, incluida la prisión de Mulhaq.

Uno de los proyectiles impactó en el techo del pabellón de los presos, precisó Al Mansab, quien indicó que por ello gran parte de las víctimas son reclusos, aunque también figuran rebeldes hutíes.

Al menos 120 personas se encontraban detenidas en la cárcel cuando se produjeron los bombardeos, principalmente condenados por delitos comunes o en detención preventiva.

También hay algunos encarcelados por ser considerados contrarios a los hutíes, según explicó a Efe un residente de la zona, Abdelyabar Ali.

Ali, testigo de los bombardeos, aseguró que vio cómo los equipos de rescate y civiles recuperaban cadáveres bajo el techo desplomado.

«La escena era atroz. Había restos mutilados esparcidos en todos los lugares», narró.

Al Zaidia está ubicada en el acceso norte de Al Hodeida, en una ruta estratégica que une el puerto con el paso fronterizo de Hard, con Arabia Saudí y en el extremo noroeste del país.

Esta agresión se produce un día después de que el presidente yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi, que cuenta con el apoyo de la coalición árabe, mostrara su total rechazo a la nueva iniciativa de paz de la ONU.

El texto de la ONU propone que una vez que las partes en conflicto firmaran el acuerdo de paz, el actual vicepresidente, el general Ali al Ahmar, debería dimitir y Hadi designaría a un nuevo vicepresidente de consenso, al que le entregaría el poder.

«Las ideas que se presentan bajo el nombre de hoja de ruta, no ofrecen otra cosa que las semillas de la guerra», aseguró Hadi en un comunicado, pese a que el plan también estipula la retirada de los hutíes de la capital Saná para que se forme allí un gobierno de unidad nacional.

La guerra en el Yemen se recrudeció en marzo de 2015, cuando la coalición militar integrada por países de mayoría suní intervino directamente a favor del presidente Hadi, el único reconocido por la comunidad internacional, y contra de los hutíes, de credo chií.

La alianza árabe, que ha bombardeado desde entonces zonas residenciales, hospitales y escuelas, es la causante de la mayor parte de las miles de víctimas civiles en el conflicto, según la ONU y organizaciones de derechos humanos.

Ayer mismo, once civiles murieron, entre ellos varios menores, y otros siete resultaron heridos en un ataque de la coalición que afectó a viviendas en la provincia de Taiz, en el suroeste del país.

Uno de los casos más graves registrados recientemente fue el bombardeo del pasado 8 de octubre contra los asistentes a un funeral en Saná, que causó unos 140 muertos.

La coalición indicó entonces que ese ataque se debió a una información «errónea», después de que se supiera que el objetivo no era militar y que, pese a que a las exequias asistían responsables del movimiento hutí, la mayoría de los presentes eran civiles.