«Fue un horror» confiesan los supervivientes de «Matthew» en Haití

AFP

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El huracán sigue perdiendo fuerza y se ha degradado a categoría 1 en EE. UU., aunque persiste el riesgo de graves inundaciones

09 oct 2016 . Actualizado a las 12:25 h.

La paradisíaca bahía de Abricots ofrece este domingo un paisaje de desolación: castigados durante horas por los vientos y lluvias torrenciales del huracán Matthew, los habitantes de esta pequeña aldea haitiana luchan por sobrevivir, tras el devastador paso del ciclón, que ha dejado casi 900 muertos en todo el país.

Tras haber pasado varios años en la capital Puerto Príncipe, David Millet se instaló en Abricots, a 17 kilómetros de Jérémie, la capital del departamento de Grande Anse. El paso de Matthew obligó a este hombre de 37 años a abandonar su vivienda ubicada a pocos metros de las aguas cristalinas del mar Caribe para instalarse con tres amigos en una vivienda sólida en las alturas de la localidad. «Uno siente que no es nada cuando ve la fuerza de la naturaleza», dice Millet, que en el 2014 fue designado consejero del consulado francés en Haití.

«Hacia las siete de la mañana los vientos se calmaron y pudimos salir», recuerda. «Todos los habitantes de la aldea estaban como nosotros, en la calle, y comenzamos a constatar la destrucción», relata.

El dique de dos metros de altura que rodea Abricot había resistido entonces los embates del agua y el viento, pero todo a su alrededor era desolación, con árboles caídos y viviendas destruidas. Faltaba sin embargo lo peor. 

«Ni un árbol ha quedado en pie» 

Hacia las nueve de la mañana, «el viento retomó fuerza de improviso y corrimos a refugiarnos en la casa. A partir de entonces vivimos lo más grave. Fue un horror, algo verdaderamente traumático», dice David, aún afectado por lo vivido. Empapados, ateridos de frío, él y sus tres amigos decidieron acurrucarse en una punta de la vivienda, golpeada de lleno por los vientos, que arrancaron parte del techo.

Al comienzo de la tarde volvió la calma a la pequeña aldea. «Todo lo que había resistido por la mañana estaba destruido. El dique cedió y las casas del litoral desaparecieron, ni un árbol quedó en pie y los cultivos fueron arrancados de cuajo», comentó.

La principal preocupación de David, que durante años trabajó en Puerto Príncipe para la oenegé Agrónomos y Veterinarios Sin Fronteras, es la destrucción de las plantaciones agrícolas. «Hoy hay abundancia de bananas y de palta, porque los habitantes recogieron todos los frutos que pudieron de los árboles derribados. La gente bromea incluso con que hay demasiada carne, porque el ganado murió y tenemos que comerlo», dice.

David no oculta su admiración por la solidaridad y la prudencia con que actuó la gente. La mayoría de la población había buscado refugio en construcciones sólidas antes de la llegada del huracán. «El problema es que tenemos alimentos para 10 o 15 días. Después no habrá más nada. Deberemos buscarles otras actividades a los campesinos para que sobrevivan», alerta David, que ya se está ocupando de encontrar recursos para organizar una cantina comunitaria.

500.000 niños afectados 

Unicef ha estimado en 1,3 millones -un 10 % de la población total- el número de haitianos afectados por el huracán. De ellos, 500.000 son niños. Según la organización, cerca de 16.000 personas se hallaban este sábado en refugios provisorios. En algunas zonas hasta 80 % de las viviendas fueron arrasadas.

La oficina de las Naciones Unidas para la Ayuda Humanitaria (OCHA) calculó que unas 750.000 personas necesitaban una ayuda de urgencia. El PMA constituyó reservas para alimentar a 300.000 personas durante un mes.

Varias oenegés temen además «nuevos brotes» de la epidemia de cólera introducida en el país tras el terremoto del 2010 por cascos azules de la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah). Los daños sufridos este fin de semana por numerosos establecimientos sanitarios acrecientan esos temores.

«Matthew» se debilita en EE. UU. 

Mientras tanto Matthew sigue perdiendo fuerza y se ha dregadado a huracán categoría 1 en Estados Unidos, cuyas autoridades aún temen la subida de las aguas tras un devastador paso de la tormenta por Haití, donde causó la muerte casi 900 muertes. En territorio estadounidense el huracán ha causado ya diez víctimas.

«Uno de cada cuatro muertos durante huracanes tropicales en Estados Unidos está vinculado al aumento del nivel de los ríos debido a las fuertes lluvias», advirtió el director del Centro Nacional de Huracanes (NHC), Rick Knabb, en Twitter.

El Servicio Meteorológico Nacional (NWS) advirtió a su vez que Matthew provocará lluvias torrenciales a varias decenas de kilómetros tierra adentro en los estados de Florida, Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte. 

St. Agustine, la más dañada en Florida 

El ojo del huracán se hallaba a 65 km al este de Cape Fear, en Carolina del Norte, y se movía en dirección este-noreste a una velocidad de 20 km/h. La subida de las aguas -hasta 3 metros en algunas zonas-, sumada a la marea alta, «generarán una situación peligrosa», alertó el NHC. Las autoridades de los cuatro estados afectados ordenaron la evacuación de alrededor de tres millones de personas.

La ciudad costera de St. Augustine, la más antigua del estado de Florida, sufrió «fuertes daños», dijo a la AFP el comandante Chuck Mulligan, de la oficina del comisario del condado de St.Johns. «Es la zona más afectada que he visto», confirmó el gobernador de Florida a un recudido número de periodistas que lo acompañó en un recorrido por la zona costera de esa ciudad.

Un plan de urgencia federal había sido previamente implementado en los cuatro estados (Florida, Georgia y ambas Carolinas) por el presidente Barack Obama, que había advertido que se trataba de un huracán «verdaderamente peligroso».