El Premio Nobel concedido a Santos relanza el proceso de paz en Colombia

Sandra López BOGOTÁ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Leonardo Muñoz | EFE

«Es un mandato para seguir trabajando sin descanso», afirma el presidente

08 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

De la esperanza a la frustración y desde ahí a la gloria. Indudablemente esta ha sido una semana que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, no olvidará. El anuncio de que había sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz, volvió a elevar en la opinión pública la imagen del mandatario, que había caído fuertemente el pasado domingo después de que los colombianos rechazaran en las urnas el acuerdo con las FARC tras cuatro años de negociaciones.

El jurado explicó que otorgó el premio a Santos «por sus decididos esfuerzos para llevar a su fin más de 50 años de guerra civil en el país» y recordó que el conflicto «ha costado la vida de 220.000 colombianos y desplazado a cerca de seis millones de personas». «El premio es un tributo a los colombianos que, a pesar de grandes dificultades y abusos, no han perdido la esperanza de una paz justa, y para todas las partes que han contribuido al proceso de paz», dijo el comité encargado de los premios.

La sorpresa del galardón fue doble. Primero porque ya había sido descartado tras fracasar el plebiscito. Y luego, porque se entendía que la distinción le sería concedida también al máximo de las FARC, Timochenko. La Academia declinó pronunciarse.

Uno de los primeros en reaccionar fue el propio líder guerrillero desde La Habana, donde se encuentra en nuevas conversaciones con los delegados del Gobierno. «Felicito al presidente Santos, a los garantes Cuba y Noruega y a los acompañantes Venezuela y Chile, sin los cuales sería imposible la paz», dijo. El expresidente Álvaro Uribe, considerado el gran gestor del rechazo de los colombianos al acuerdo, también tuvo palabras de elogio para su sucesor, aunque añadió que «deseo que con la ayuda del premio cambie los acuerdos dañinos para la democracia».

«Recibo este reconocimiento con gran humildad y como un mandato para seguir trabajando sin descanso por la paz de los colombianos», respondió Santos a todos los elogios. Esta percepción fue compartida por la mayoría de expertos y por otros actores claves en el proceso. Como Silvia Berrocal, víctima de una masacre en Urabá, que manifestó a La Voz que el premio «le da al presidente Santos una fuerza, un impulso para seguir trabajando por la paz».

Mientras tanto, desde La Habana, donde los negociadores del Gobierno y las FARC se vuelven a reunir para renegociar los puntos del acuerdo que más rechazo han causado en la ciudadanía, las partes acordaron descongelar algunos programas que se habían frenado desde el domingo, entre ellos el plan piloto de desminado humanitario o la sustitución de cultivos ilícitos. Anunciaron además que se acordó mantener el alto al fuego. Para ello, pidieron a la ONU que ejerza «las funciones de monitoreo, verificación, resolución de diferencias, recomendaciones, reportes y coordinación» de ese cese del fuego.

Sin embargo, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, recordó que esa tregua es insostenible su un acuerdo y ahí la importancia de una rápida renegociación de los términos.