El sistema de acogida de inmigrantes de Italia se precipita hacia el colapso

maría signo ROMA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MAHMUD TURKIA | AFP

El Gobierno advierte a Europa de que se agota su capacidad para recibir refugiados

07 oct 2016 . Actualizado a las 07:26 h.

Los que sobreviven al infierno que significa cruzar el Mediterráneo en los «barcos de la muerte» no encuentran el paraíso cuando llegan a tierra. La capacidad de Italia para gestionar y dar ayuda a las decenas de miles de personas que han desembarcado en los puertos del sur en las últimas semanas se acaba, sin que las numerosas peticiones de socorro lanzadas al resto de la UE por el primer ministro, Matteo Renzi, hayan tenido mayor efecto hasta el momento. El tan anunciado programa de redistribución de refugiados llegados a Grecia e Italia, que debía reubicar a 160.000 personas en diversos países, ha fracasado cuando tan solo 5.000 personas, el 3%, han conseguido beneficiarse de él.

El sistema de acogida italiano hace agua por todas partes. Obviamente el motivo principal reside en el incesante número de llegadas. Según el Alto Comisionado para los Refugiados, son ya más de 130.000 las personas que han debido ser acogidas, una cifra que se debe en gran medida a que desde el acuerdo de la UE con Turquía para bloquear en ese país a los refugiados de Oriente Medio, Italia se convirtió en la cabeza de playa del flujo migratorio. Pero hay otras causas: insuficiencia de los centros de acogida, burocracia espesa, falta de recursos económicos, poca transparencia en la gestión de las cooperativas que ofrecen refugio y la siempre omnipresente corrupción.

La primera acogida se produce en Centros de Primer Socorro (Cpsa), como el de Lampedusa, donde los recién llegados reciben las primeras atenciones médicas y son registrados, un problema para las autoridades ya que muchos se oponen a que les tomen sus huellas dactilares. La Convención de Dublín impone la obligación de pedir asilo en el primer país de Europa al que se llega, pero son muchos los inmigrantes que sueñan con Alemania, Francia o Inglaterra. Pedir asilo en Italia o Grecia les obligaría a quedarse en estos países. Para conseguir que la identificación se haga correctamente, Bruselas ha presionado a estos dos países para que creen «hotspot» donde la policía y agentes de las agencias europeas como Frontex o Europol, obligan a los recién llegados a identificarse. Muchos han denunciado el uso de la fuerza para conseguirlo.

Después van trasladados a los centros de acogida (Cda) o a los Centros de acogida para solicitantes de asilo (Cara), hoy más que saturados y fuente de constantes tensiones internas y con los vecinos de las localidades en que se encuentran. Los tiempos para conseguir los documentos son largos, con una media de 12 meses. En este tiempo, los refugiados pueden entrar y salir libremente de los Cara que están administrados por cooperativas que reciben 35 euros por emigrante. El hacinamiento, la falta de perspectivas, las drogas y la prostitución han sido denunciados por asociaciones como Arci, que aboga por crear pequeños centros gestionados por entidades locales. Para aquellos que están en Italia de manera irregular, existen los Centros de identificación y expulsión (Cie), de los que no se puede salir.

A todo esto, las cosas se han complicado ayer aún más porque una medida de la que se esperaba mucho se ha venido abajo. Libia se opuso a la apertura, en su territorio, de campamentos de migrantes en dirección a Europa.