Las guerras «vivas» en Colombia tras la paz con las FARC

SANDRA LÓPEZ BOGOTÁ / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

JOSE TORRES | AFP

Los guerrilleros del ELN y las bandas de exparamilitares siguen retando al Estado en amplias zonas del país

01 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 22 años Yerson ya ha vivido siete años en la guerra. Tras asistir al último congreso de las FARC como grupo guerrillero, siente incertidumbre sobre su futuro. Sus líderes les dijeron que tras reinsertarse a la vida civil se convertirán en un partido político y él, que solo sabe obedecer órdenes, admite que siente «un poco de temor» ante lo que le espera «en la civil»

Como él 7.500 combatientes y unos 7.000 milicianos, que se espera tomen el camino de la reinserción, se encuentran alerta ante el cambio de vida que significa dejar de pertenecer a un grupo armado ilegal, de estructura militar, y pasar a vivir en el marco de la ley y a su libre albedrío.

El cambio empezará con la vestimenta. Luego de la firma protocolaria del acuerdo de paz, el pasado 26 de septiembre, los guerrilleros empezaron a movilizarse hacia las 20 zonas designadas por el Gobierno para concentrarlos. Lo harán vestidos de civil y entregarán sus armas a la ONU.

En esos lugares permanecerán 180 días. Luego serán acogidos por la oficina de reinserción. Los guerrilleros que se acojan a los programas de estudio y capacitación recibirán dos millones de pesos (620 euros). Durante 24 meses se les pagará una asignación de 620.500 pesos (192 euros). Al culminar el programa recibirán una asignación de 8 millones de pesos (2.480 euros).

«El regreso a la vida civil está cada vez más cerca, flota en el aire, lo respiramos», aseguró Timochenko la semana pasada, al recibir su cédula de ciudadanía.

Paralelamente, los 955.000 hombres y mujeres que constituyen la fuerza pública sufren una transformación. Esta semana el ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, dijo que esta organización está desarrollando «una transformación para fortalecer, no para debilitar». «Se está direccionando el trabajo humano, se está estableciendo una educación militar acorde a las nuevas circunstancias y contribuir a una paz estable y duradera en el posconflicto», remarcó. 

La batalla no termina

Y es que la guerra no termina con la desmovilización de las FARC. Aunque sin el mismo poder desestabilizante, se mantienen «vivas» retando al Estado las Bacrim (bandas criminales conformadas en su mayoría por exparamilitares) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN, grupo con el que también negocia Santos su desarme). Con no más de dos mil combatientes, el ELN aspira a captar a los guerrilleros de las FARC descontentos con el acuerdo.

Las Bacrim, según el Gobierno, tienen presencia en más de 491 municipios de Colombia. Un informe de la ONU del 2015 asegura que las bandas criminales, surgidas tras la desmovilización de grupos paramilitares entre el 2006 y 2007, representan el «reto principal» para la seguridad ciudadana en Colombia.

Por ello, el traslado de los guerrilleros ha determinado que la fuerza pública reacomode sus batallones con el fin de ocupar militarmente los 200 municipios que están abandonando. La idea es impedir que el ELN, las bandas criminales y otros narcotraficantes se apoderen de las regiones y conquisten las rutas de droga que dejan las FARC.

El temor a una alta abstención es el último obstáculo de los partidarios del sí

Con el huracán Mathew, de fuerza 3 y con vientos de más de 185 kilómetros por hora, llamando a las puertas de las poblaciones del Caribe colombiano, los partidarios del sí y del no cierran sus respectivas campañas para fidelizar el voto en el referendo convocado para dar validez al acuerdo de paz suscrito entre el presidente del país, Juan Manuel Santos, y la guerrilla de las FARC tras cuatro años de negociaciones en La Habana.

El acuerdo, de 297 páginas, definirá su futuro en una pregunta que reza «¿apoya usted el acuerdo final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una paz estable y duradera?» y que solo da las opciones de responder con un sí o un no.

Cerca de 34,8 millones de personas mayores de 18 años están habilitadas para votar, pero en Colombia el voto no es obligatorio y la abstención en elecciones presidenciales y parlamentarias ha llegado en algunos casos hasta el cincuenta por ciento.

En este caso, para que el plebiscito sea válido, tendrá que superarse un umbral del 13 por ciento (aproximadamente 4,5 millones de papeletas). Las encuestas mantienen una cómoda ventaja del sí, que alcanzaría, según los más optimistas, hasta un setenta por ciento de los sufragios en la cita con las urnas de mañana. El no se mantiene en cotas cercanas al 30 % -algunos sondeos lo acercan al 38 %-, aunque los indecisos han aumentado. En las últimas horas de campaña se ha producido la movilización de los rostros más conocidos de la sociedad colombiana. Así, los cantantes Juanes y Shakira apoyaron el sí con una marcha en bicicleta en Barranquilla. También pidieron refrendar la paz Carlos Vives, el ciclista Nairo Quintana o el futbolista Carlos Valderrama, mientras que los escritores Fernando Vallejo y Plinio Apuleyo Mendoza se decantaron por el no entre duras críticas a Santos. 

El Papa anuncia su visita

Mientras, el apoyo internacional al acuerdo de paz sigue aumentado. El papa Francisco afirmó en Tiflis, capital de Georgia, donde se encuentra de viaje por la región del Cáucaso, que visitará Colombia en el momento en que el acuerdo de paz haya sido «blindado» por el plebiscito.