Los republicanos entran en pánico ante los despropósitos de Trump

Adriana Rey NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

JOHN MOORE | AFP

La negativa del magnate a apoyar a Ryan y McCain eleva la tensión con la cúpula

04 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El Partido Republicano ha entrado en un nuevo nivel de pánico donde la ira es el sentimiento protagonista. Ira hacia su candidato, el incontrolable Donald Trump, que comienza a agotar la paciencia de los altos dirigentes de Washington. Un «frustrado» Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano, levantó el teléfono para trasladar al magnate su profundo desacuerdo con cómo ha manejado su enfrentamiento con la familia del soldado musulmán muerto en Irak. Frustración que compartiría hasta el propio Paul Manafort, jefe de campaña de Trump. «Sienten que están perdiendo el tiempo, dadas las frecuentes polémicas», desvela la cadena ABC. Algunos, como Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York y amigo del magnate, están intentando que Trump dé su brazo a torcer y baje el tono, pero el multimillonario no parece estar dispuesto a dar un paso atrás. Más bien todo lo contrario, aunque eso suponga cavar su propia tumba.

Avivando la tensión en el partido, el candidato dijo no estar listo para apoyar a Paul Ryan en su reelección en la Cámara de Representantes ni a John McCain en el Senado, dos pesos pesados del partido. «Todavía no estoy allí», dijo Trump utilizando la misma expresión que Ryan usó mientras decidía si apoyar o no al magnate. Trataba así de devolver la embestida, pero sin el consentimiento de su número dos, Mike Pence, quien daba la espalda al multimillonario asegurando que él sí apoyará a «su amigo Paul Ryan».

Estrategas y donantes expresan su alarma sobre el estado de una candidatura de la que poco a poco muchos ya comienzan a huir. La última en hacerlo ha sido Meg Whitman, una importante donante del Partido Republicano y excandidata a gobernadora de California: «EE.UU. necesita el tipo de liderazgo estable que Hillary Clinton puede proporcionar». Meses antes, Whitman había comparado las políticas de Trump con las de Adolf Hitler o Benito Mussolini. La deserción de Whitman se produce 24 horas después de la marcha del congresista republicano Richard Hanna, quien habló del multimillonario como «vergüenza nacional».

¿Es el principio del fin?

La pregunta está en el aire: ¿Es el principio del fin de Donald Trump? Algunos medios estadounidenses aseguran que altos funcionarios del partido estarían explorando cómo reemplazarlo si el magnate no renuncia a la candidatura. Un proceso que estaría en manos de 168 miembros del comité republicano y que tendría que pasar por la regla número nueve, la que se refiere a llenar vacantes en las nominaciones y que contempla tres supuestos: «Muerte, dimisión u otra cosa».

En paralelo, Trump comienza a recibir los informes de inteligencia que le corresponden por su condición de candidato y a pesar de que muchos alzaron la voz sobre el peligro que suponía que pudiese acceder a ellos. En el marco de dichos informes de seguridad nacional, según Colpisa, el magnate habría preguntado por qué EE.UU. no puede usar armas nucleares.

Un candidato incontrolable y autodestructivo

La aptitud de Donald Trump como posible presidente de EE.UU. lleva siendo cuestionada desde hace meses y especialmente, estas dos últimas semanas. Tras la Convención Republicana en Cleveland, el magnate ha pisado el acelerador y ha cargado contra todo y contra todos, evidenciando que es inútil guardar cualquier tipo de esperanza de que su postura vaya a moderarse. Sus ataques a la familia del soldado musulmán Khan solo han sido la punta de un iceberg que lleva días creciendo con comentarios que constatan un temperamento autodestructivo.

«Rusia, si estás escuchando espero que seas capaz de encontrar los 30.000 e-mails que están perdidos». Así fue cómo Trump pidió al enemigo histórico de Estados Unidos que espiase a su rival Hillary Clinton; lo hizo mirando a cámara, sin filtros y poniendo en alerta máxima a la propia CIA.

La artillería pesada dio paso a una cascada de comentarios desafortunados en los que Trump llegó a amenazar al exalcalde neoyorquino Michael Bloomberg, tras su discurso en el cónclave demócrata. No fue suficiente. Esta misma semana fue preguntado sobre las acusaciones de acoso sexual por una expresentadora contra Roger Ailes, su amigo y exjefe de Fox News: «¿Qué pasaría si alguien hubiera tratado así a su hija Ivanka?», preguntó una periodista. «Me gustaría pensar que ella encontraría la forma de encontrar otra carrera o compañía», dijo impasible.

Contra un bebé que llora

Cualquiera que pregunte a Trump debe estar preparado para lo que sea, incluso para presenciar cómo echa a una mujer de uno de sus mítines porque su bebé está llorando: «No te preocupes por el bebé. Amo a los bebés», dijo primero Trump. «En realidad solo estaba bromeando, puedes llevarte a este bebé de aquí», añadió desafiante.

Lejos de apagar el incendio electoral, el magnate echa más leña al fuego porque lo que quiere es que su mensaje llegue, para bien o para mal. Si el partido no lo evita, Donald Trump seguirá dispuesto a sacrificarlo todo, también los valores de un partido que le han llevado hasta la puerta de la Casa Blanca.