4. Los seguidores de Sanders deprimidos
El problema, según Moore, no es que los seguidores de Sanders no vayan a votar a Clinton. Según él, sí lo harán. Pero, en su opinión, el votante de Bernie habría sido capaz de movilizar al menos a cinco allegados, algo más difícil si la candidata es Hillary. Los fans del otro candidato en las primarias estaban ilusionados, de modo que no les importaba hacer campaña activa, hablando del candidato con emoción. Pero esa misma gente, cuando se le pregunta por qué va a votar a Clinton, expone sus razones con total sobriedad, sin convicción.
Esta gente, y sus allegados, es muy probable que no vayan a dar su voto a Trump, pero muchos de ellos decidirán votar a otro partido minoritario o incluso quedarse en casa.
Así que, para movilizar ese voto, Hillary va a tener que trabajar y no quedarse en una posición moderada y blanda. La candidata demócrata tiene que arriesgar para movilizar el voto de los más jóvenes.
5. El efecto Jesse Ventura
En los años 90, por alguna razón, los votantes de Minnesota eligieron al luchador profesional Jesse Ventura como su gobernador. Se presentaba por el Partido Reformista y, tras su primer mandato, no optó a un segundo. La gente, según Moore, «no lo eligió porque fueran estúpidos ni mucho menos porque pensaran que Ventura era un tipo de estado o con altura intelectual». Lo hicieron, continúa el cineasta, «porque podían», y apunta a que, «a pesar de que Minnesota es uno de los estados más inteligentes del país, también está lleno de gente con un sentido del humor muy macabro». El voto a Ventura fue, por lo tanto, la forma que tuvieron los habitantes de la zona para criticar el sistema político podrido a través de un poco de humor.
Así que, según Moore, esto mismo puede pasar en estas elecciones. Entre los votantes hay muchos «anarquistas de armario», es decir, gente que es capaz de votar a la opción más impensable una vez cierran las cortinas de la cabina de votación. Pueden pulsar el botón y optar por una de las dos opciones con posibilidades reales o, por el contrario, escribir Mickey Mouse o el Pato Donald.
Las cabinas de votación son uno de los pocos espacios en la sociedad sin cámaras de seguridad, sin dispositivos de escucha, sin esposas, sin niños, ni jefes, ni policía. Y, además, se puede estar un tiempo ilimitado. El lugar perfecto para armarla a través de la papeleta electoral.