La imagen de unidad de Francia frente al terror se resquebraja

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

PASCAL ROSSIGNOL | Reuters

Al hartazgo de la población frente a los atentados se unen las críticas a la política de Hollande de Sarkozy y Marine Le Pen

18 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Unidad frente al terror. Es la imagen que Francia exportó al mundo tras los atentados de Charlie Hebdo y, sobre todo, después de la matanza de noviembre pasado en París que culminó con una manifestación en la que François Hollande logró reunir en una foto para la historia a un amplio número de líderes mundiales frente al terrorismo. Los políticos y la sociedad gala en su conjunto parecían caminar de la mano frente al yihadismo. Hasta que llegó la masacre de Niza, que amenaza con hacer añicos la imagen de unidad. Al hartazgo ciudadano, que se reflejó ayer en el homenaje a las víctimas en el Paseo de los Ingleses, en el que se exhibieron pancartas con mensajes como Basta de discursos o Hartos de matanzas en nuestras calles, se une ahora la división política.

Si el presidente de la región de Provenza y antiguo alcalde de Niza, Christian Estrosi, fue ya la primera voz disonante al criticar el pasado viernes el dispositivo de seguridad y denunciar la política antiterrorista del Gobierno, la andanada más dura llegó ayer del jefe de su partido, expresidente de Francia y actual jefe de la oposición conservadora, Nicolas Sarkozy. «He sido jefe del Estado, sé que el riesgo cero no existe, pero no se ha hecho todo lo que debería haberse hecho desde hace 18 meses. Tenemos una obligación de ofrecer medios para asegurar la seguridad», denunció ante el canal de televisión TF1, al tiempo que destacó que «otra política es posible». «Tenemos que tomar decisiones -dijo-, porque considero que Francia no puede dejar que asesinen a sus hijos». Sarzkozy reclamó más mano dura y propuso que los extranjeros sospechosos de terrorismo sean expulsados «urgentemente» y que se aísle en un centro especial a «todos los detenidos condenados por terrorismo». Sería, en la práctica, una política de aislamiento como la que España aplicó con ETA.

En el río revuelto también aprovechó su oportunidad la líder del Frente Nacional, Marine le Pen, que exigió la dimisión del ministro de Interior y que denunció «carencias gravísimas del Estado en su deber de proteger a los franceses». «En cualquier país del mundo un ministro con un balance tan terrible tendría que haber renunciado», añadió.