En ese momento, los golpistas tenían tomados varios de los puntos estratégicos del país. La televisión, el palacio presidencial, el aeropuerto de Ataturk (todos los vuelos quedaron cancelados en el país), los dos puentes sobre el Bósforo que unen Estambul con Europa. Su objetivo: «Restaurar la democracia... Todos los acuerdos internacionales estarán vigentes. Esperamos mantener nuestras buenas relaciones con todos los países», como había adelantado en los primeros momentos del golpe el propio estado mayor.
Aviones sobre Ankara
Fue el sonido de los aviones cruzando el cielo de Ankara en vuelo raso lo que sembró a media tarde de ayer la incertidumbre entre la población de la capital turca. Era el anuncio de todo lo que se estaba gestando. El primer movimiento, según Colpisa, fue el cierre de los puentes Bósforo y Fatih Sultan Mehmet, las dos arterias que unen la parte asiática de Estambul con su parte europea, aunque solo hacia el Viejo Continente. Podía parecer una medida preventiva de las autoridades turcas con motivo del atentado de Niza, un reforzamiento de las medidas de seguridad para evitar que el terrorismo yihadista -hace apenas veinte días el aeropuerto internacional de la antigua Constantinopla era atacado por dos islamistas-. Sin embargo, el escenario era diferente. La presencia militar en las calles era excesiva. Algo pasaba.