Cameron se adhiere a la cacería contra Corbyn: «¡Por el amor de Dios, váyase!»

rita álvarez tudela LONDRES / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

SEAN DEMPSEY | efe

El todavía primer ministro intenta desdramatizar la última asistencia del Reino Unido al Consejo Europeo

30 jun 2016 . Actualizado a las 07:03 h.

Al líder laborista, Jeremy Corbyn, le repiten sus diputados por activa y por pasiva que dimita. Está cansado de escucharlos y de hacer oídos sordos. Pero quizá no contaba con que el primer ministro, David Cameron, se iba a adherir ayer al asedio espetándole en el Parlamento: «¡Por el amor de Dios, váyase!». Si lo hizo para desviar la atención de la crisis existencial que ha abierto en el Reino Unido y en su propio partido a causa del referendo que perdió, logró el objetivo. «Este caos laborista es bueno para el partido conservador, pero no es bueno para el país», zahirió a su adversario.

Corbyn intentó defenderse del ataque llevando el debate a su terreno, esto es, describiendo la situación de incertidumbre económica que vive el Reino Unido como consecuencia del resultado de la consulta. Pidió al líder conservador garantías para no hacer recaer el peso del brexit sobre los más débiles: mantenimiento de la inversión pública, flexibilidad de exigencias fiscales y evitar nuevos recortes. «Nuestro país está dividido, por lo que debemos sanar esa división», se lamentó. «Nuestra economía es frágil por lo que tenemos que empezar a reconstruirla. Nuestro deber ahora es avanzar de una manera tranquila y conciliadora para construir una nueva relación con Europa y construir un Reino Unido que funcione para todos».

Pero Cameron ya había cambiado el «frame» del debate en favor de sus intereses. Confesó al hemiciclo que no tiene «ningún género de duda de que van a ser tiempos económicos difíciles», no sin dejar un rayo de esperanza sobre la mesa: «Si nos encontramos con dificultades económicas, uno de los modos que tenemos para reaccionar es asegurarnos de que nuestras finanzas públicas y economía sigan siendo fuertes».

Gran clamor

Evidentemente, buscó quitar dramatismo a lo que le había ocurrido la noche anterior, cuando tuvo el dudoso honor de ser el último representante del Reino Unido en asistir a un Consejo Europeo . «No hay un gran clamor en la UE para se active de inmediato el Artículo 50 del Tratado de Lisboa», dijo llamando a la calma e insistiendo en esperar a tome esta decisión el nuevo líder que elijan los conservadores en el congreso de septiembre.

«Han dicho 'ninguna negociación sin notificación' pero no creo que eso excluya la discusión que un nuevo primer ministro puede tener con socios o con las instituciones para que podamos empezar con buen pie la nueva etapa», recalcó. Según afirmó, los líderes del bloque común le garantizaron que el Reino Unido tendrá plenos derechos hasta que se llegue al final de las negociaciones, que tendrán como principales desacuerdos cuestiones de soberanía y libertad de movimientos, pero destacó que «todo el mundo quiere ver una hoja de ruta clara».

Cameron se mostró orgulloso de lo que Reino Unido ha conseguido durante su permanencia en Europa y dijo no arrepentirse de haber convocado el referendo que perdió. Eso sí, repelió las amenazas de los nacionalistas escoceses y norirlandeses y defendió que mantener juntos a los territorios del Reino Unido va en el «interés nacional absoluto». Su prioridad es ahora frenar a la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, quien amenaza con convocar una segunda consulta independentista, y al líder del Sinn Fein, Martin McGuinness, que plantea celebrar un referendo para unificar el Ulster con Irlanda.

Boris Johnson no ve necesario adelantar las elecciones generales

El ministro de Trabajo y Pensiones, Stephen Crabb, fue el último en llegar al gabinete de Cameron, pero eso no le ha impedido ser el primero en presentarse para llenar el vacío que dejará en el partido conservador, adelantándose así a los favoritos en las quinielas, el ex alcalde de Londres Boris Johnson y la ministra de Interior, Theresa May. Otro que también ha madrugado para inscribir su nombre en la carrera sucesoria ha sido el exministro de Defensa Liam Fox. Encuadrado en el ala dura del partido y acérrimo euroescéptico, Fox ya se había presentado para liderar a los tories en el 2005, aunque entonces resultó derrotado por Cameron que posteriormente lo repescó para su Gobierno. Los medios británicos dan por hecho que también se podrían incorporar a las primarias conservadoras, antes de que se cierre el plazo hoy al mediodía, la ministra de Educación, Nicky Morgan, y el ministro de Sanidad, Jeremy Hunt.

En una batalla a otro nivel, fuentes del entorno del exalcalde de Londres han declarado que no vería necesario convocar elecciones anticipadas a fin de refrendar su mandato, pese a que su figura, popular entre las bases, resulta divisiva para los diputados conservadores. Está previsto que, al cierre del plazo de presentación de candidaturas, se abra un período de votación entre los 331 diputados tories, que elegirán entre todos los candidatos hasta quedarse con dos, entre los cuales elegirán los militantes al futuro líder.

Perfil de escuela pública

«Cuanto más rápido nos podamos centrar en el futuro, más oportunidades tendremos de unir a nuestro partido y nuestro país», escribió Crabb en un artículo en el Daily Telegraph en el que anunciaba que su candidatura iba unida a la del ministro de Negocios, Sajid Javid. Crabb, uno de los ministros favorables a que Reino Unido siguiese en la Unión Europea, descarta ahora convocar un segundo referendo porque «las etiquetas de 'permanencia' y 'salida' son ya una cosa del pasado».

Sus posibilidades de imponerse parecen reducidas, pero su candidatura podría dar la sorpresa y hacerse un hueco en la carrera gracias a un perfil de estudiante de escuela pública criado por una madre soltera en una vivienda social, un rasgo que diferencia su biografía de las de Cameron y Johnson, ambos compañeros de aula en la elitista escuela privada de Eton y en la Universidad de Oxford.

Ed Miliband se une al asedio a su jefe de filas

Insostenible. Así ve el anterior líder laborista Ed Miliband la posición de Jeremy Corbyn una vez que ha perdido el respaldo del 80 por ciento de sus diputados tras la votación de la moción de confianza, por lo que hizo un nuevo llamamiento para que renuncie. «Nosotros en el Partido Laborista tenemos que pensar en el país. He apoyado a Jeremy Corbyn desde el momento en que fue elegido. Era lo que había que hacer», declaró a la BBC. «Creo que mucho de lo que él representa es muy importante para nosotros en el futuro, pero he llegado a la conclusión a regañadientes de que su posición es insostenible».

El comunicado de Miliband sorprendió a muchos en su partido pues, como él mismo dice, había apoyado previamente a Corbyn y fue además el que lo introdujo el pasado septiembre en el proceso de elección de nuevo líder tras su abandono. Ahora, reclama que el laborismo se una en torno a un candidato alternativo.

Miliband se suma así a una larga lista de diputados y políticos laboristas que exigen a Corbyn que arroje la toalla. A los diputados rebeldes se les unieron ayer 20 eurodiputados, 77 concejales repartidos por todo el territorio británico y la recién nombrada ministra en la sombra de la cartera de Educación, quien apenas duró dos días en su cargo.

Durante la jornada de ayer, la rumorología fue una constante que giró en torno a posibles comunicados de respaldo o ruptura del apoyo de los sindicatos, los principales aliados de Corbyn. No obstante, este se ha parapetado detrás del apoyo que le brinda un grupo de fieles entre los que destaca el jefe adjunto del grupo, Tom Watson. «Todo el mundo necesita calmarse y tratar de evitar una guerra civil en el partido. No hay que precipitarse en una decisión sobre la dirección que sería irreversible», explicaban ayer fuentes próximas a Watson, quien se convertiría en líder si finalmente Corbyn dimite.

Los aliados de este siguen teniendo como principal valedor al máximo responsable económico, John McDonnell, quien pidió a sus compañeros que acepten su liderazgo y que se ponga fin a la actual «maldad». «Parece que ahora vamos a tener una elección de la dirección. Todo lo que decimos a los parlamentarios es que sigan las reglas laboristas y que, si ha de haber una elección, respeten los deseos de nuestros militantes», dijo a la prensa a las puertas de su casa.

Más de 230.000 personas han firmado una petición en línea en la que expresan su confianza en el líder de la oposición. Pero su situación es desesperada. La primera fila de la oposición tiene seis vacantes y debe nombrar a otros cuarenta cargos parlamentarios, pero no los tiene.