El desafío británico desnuda la falta de dirección de la UE

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

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El proyecto europeo se disuelve acuciado por la desunión y el repliegue nacionalista de los socios

22 jun 2016 . Actualizado a las 19:31 h.

«En tiempos anteriores trabajábamos juntos. Estábamos a cargo de una gran pieza de la historia. Eso se ha ido por completo». Es el lamento que hizo público el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker. La confesión del luxemburgués, franca y sincera, deja entrever un problema de mucho más calado que la salida de un miembro de la familia europea. La desunión y el repliegue nacionalista ponen en peligro la supervivencia del bloque. El brexit solo es uno de los graves problemas a los que se enfrenta la UE. La interminable crisis económica, los intereses nacionales, el desequilibrio de poder entre socios y la falta de legitimidad de las instituciones comunitarias mantendrán la puerta de salida abierta. 

¿Es el «brexit» el mayor de los desafíos?

No. Independientemente del resultado que salga mañana de las urnas, la UE no volverá a ser la misma. El mayor reto que tiene por delante es el de revitalizar el proyecto europeo, hecho añicos. Ni siquiera la permanencia de Londres aclara el camino. «El voto británico a favor de quedarse no resolverá ninguno de los otros problemas a los que se enfrenta la Unión. El acuerdo con el Reino Unido debería ser el inicio de un proceso de cambio, no el final», aseguran expertos del think tank Center for European Reform (CER). El caos migratorio, el desorden en políticas de defensa, las tensiones entre países del euro, el futuro incierto del espacio Schengen, los obstáculos deliberados a la unión bancaria y los riesgos externos globales fuerzan una decisión. El debate no se puede aplazar más. O se avanza hacia una mayor integración o se acepta el status quo, una vía que conduce a la defunción. 

¿Qué futuro espera a la Unión Europea?

Dependerá de quién se imponga en la contienda que libran federalistas, inmovilistas y ultranacionalistas. «La idea de un único superestado europeo, una única visión, fue una ilusión», admite el presidente del Consejo, Donald Tusk. El polaco es reacio a dar grandes pasos en un momento en el euroescepticismo crece como la espuma. Alemania prefiere mantener un perfil bajo. Ha obstaculizado la culminación de la unión bancaria para evitar traspiés en las elecciones del 2017. La canciller Angela Merkel no quiere sustos en vista del apoyo creciente que cosechan los populistas del AfD con sus mensajes anti inmigración y anti rescates. Los gobiernos de Visegrado (República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia) guardan celosamente sus competencias y desafían a Bruselas negándose a acatar decisiones contrarias a sus intereses. El repliegue nacionalista avanza y muy pocos se atreven a alzar la voz para pedir más integración. En Holanda y Dinamarca, los euroescépticos ya han ganado referendos. París prepara junto a Berlín un nuevo plan para la UE. Se desconoce el alcance que tendrá. La vía de la federalización la dan por agotada en vista del rechazo que despierta entre otros socios. Francia también se enfrenta a elecciones el año que viene. Cualquier cesión de soberanía se traducirá de forma automática en votos para el ultraderechista Frente Nacional. En medio de las dudas, el populismo, la falta de voluntad política y los cálculos electorales, algunos países como España se resisten a dar por finalizado el proceso de integración y retoman la utopía de los «Estados Unidos de Europa». Los expertos dan por enterrada esta «fantasía federalista». 

¿Por qué la permanencia del Reino Unido es tan importante?

Además de por razones comerciales y económicas, es esencial el equilibrio de fuerzas. La UE sin los británicos se escoraría hacia Berlín. El Reino Unido se ha mantenido los últimos años de crisis enfrascado en su política doméstica. Su vuelta puede ser un revulsivo para los países que exigen un cambio en las políticas económicas. «Puede fortalecer la posición del BCE frente a países como Alemania, que piden de forma persistente más consolidación fiscal», asegura el CER. Es sin duda el socio que necesitan los 27 para culminar el mercado único y volver a ganar influencia internacional. La presidencia británica de la UE en la segunda mitad del 2017 será una oportunidad única para moldear de nuevo la UE. Si para entonces siguen a bordo.

Schäuble afirma que Europa debe cambiar, sea cual sea el resultado del referendo

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió ayer de que Europa tiene que cambiar para hacer frente a las corrientes euroescépticas, al margen de lo que ocurra mañana con el referendo británico. «Naturalmente espero que haya una mayoría para seguir por la UE, pero esta estará por debajo del 100 %. De cualquier modo, tras el referendo Europa no puede seguir haciendo lo mismo que ha hecho hasta ahora porque entonces la gente dirá que no hemos entendido», dijo Schäuble en un discurso ante un congreso del ala empresarial de la CDU.

Una agenda repleta de cumbres

Europa aguarda con el corazón en un puño el resultado del referendo. El pánico contenido en Bruselas circula en paralelo a los trabajos frenéticos de sus instituciones para preparar el día después de la votación. «Estamos listos para cualquier situación», anunció el presidente del BCE, Mario Draghi. El italiano será de los primeros en dar la cara si sale el no. Si el cortafuegos no funciona, podría llegar a ser necesaria la convocatoria urgente de un Eurogrupo. Los líderes de la Comisión Europea, Consejo, Eurocámara, y el presidente de turno de la UE  (Juncker, Tusk, Schulz y Mark Rutte) se darán cita en la capital de la UE a primera hora de la mañana del viernes para articular una llamada de urgencia a la unidad. Se espera que Francia y Alemania emitan un comunicado. Ese mismo día, los ministros de Exteriores estarán reunidos en Luxemburgo.