Perú y Venezuela, la cara y la cruz de las democracias latinoamericanas

JULIO Á, FARIÑAS A CORUÑA

INTERNACIONAL

JANINE COSTA

Tras cinco días de conteo y reconteo de las papeletas depositadas hace una semana por los peruanos en las urnas, Pedro Pablo Kuczynski , el cabeza de lista de Peruanos por el Kambio (PKK), es el nuevo presidente del Perú al haber obtenido solo 42.597 votos más que su rival.

20 jun 2016 . Actualizado a las 16:32 h.

Keiko Fujimori era la gran favorita, tanto que llegó a contar con una ventaja de ocho puntos sobre su rival en las encuestas previas a la segunda vuelta pero lo que consiguió fue la segunda gran derrota de su carrera política. Ello no le impidió reconocer oficialmente el triunfo de su rival. Hace tan solo seis meses la oposición venezolana derrotaba al chavismo en las urnas, no por unas décimas, sino por millones de votos y aún hoy no lo han asimilado.

La gran diferencia política entre estos dos países de la región es que el fujimorismo, cuyo fundador -el padre de la candidata derrotada- no es precisamente un referente como demócrata, sí ha evolucionado positivamente y respeta las reglas de juego. Por el contrario, el madurismo, la versión actual del chavismo, solo acepta el veredicto de las urnas cuando este le es favorable.

Populismo de derechas

El ingeniero agrónomo peruano-japonés -conserva las dos nacionalidades- llegó a la presidencia del Perú, por las urnas, en la década de los 90 y representó la versión de derechas del populismo latinoamericano. El Chino Fujimori pasó a la historia como el hombre que sacó al país de la grave crisis económica en la que se encontraba y acabó con el terrorismo de Sendero Luminoso, de corte maoísta. Incluso fue reelegido en dos ocasiones, pero al comienzo del tercer mandato -año 2000- tuvo que dejarlo por corrupto. En la actualidad cumple una condena de 25 años de cárcel.

Poco antes de que concluyera el segundo mandato de Fujimori llegó al poder en Venezuela, por las urnas, tras haberlo intentado sin éxito por las armas, el comandante Chávez, otro populista que se decía de izquierdas y que logró revalidar tres mandatos en las urnas, aunque tampoco pudo concluir el tercero al ser derrotado por el cáncer. Su sucesor también fue ratificado en las urnas pero por un escaso margen de votos y en un proceso bastante menos limpio que el peruano.

Tras dejar atrás el fantasma del terrorismo y el encarcelamiento de Fujimori y la captura de Vladimir Montesinos, su principal esbirro, la economía peruana no ha dejado de crecer, a pesar de no ser un país pródigo en recursos naturales. Al mismo tiempo las instituciones democráticas se han fortalecido progresivamente.

Populismo de izquierdas

Mientras tanto en Venezuela, con un régimen populista que se dice de izquierdas, la evolución ha sido justamente la contraria. A pesar de sus ingentes recursos naturales y de la lluvia de petrodólares, la economía ha evolucionado en negativo, la corrupción se ha hecho rampante y las instituciones cada día tienen menos de democráticas.

Los peruanos tendrán que afrontar el creciente problema de inseguridad que padece el país y que no es ajeno al rebrote del cáncer del narcotráfico -un mal endémico de la región andina y los países limítrofes- y una nueva situación política derivada de una cámara legislativa con un 73 % de diputados fujimoristas y un ejecutivo de distinto color político. Keiko puede intentar gobernar desde el parlamento, pero Pedro Pablo tiene la opción constitucional de disolverlo y convocar nuevas elecciones. Todo hace pensar que La China habrá tomado buena nota de la experiencia gubernamental de su padre y del resultado de unas elecciones presidenciales -las del pasado día cinco- que, según todos los analistas, fueron más un voto contra ella y lo que representa, que a favor de su contrincante.

Un renacentista

En cualquier caso, salvo sorpresas, a partir de ahora la imagen exterior de los peruanos será un renacentista de 77 años, hijo de Máxime Kucznyski, un médico de ascendencia judío-polaca, pionero en el tratamiento de enfermedades tropicales desde los años treinta del pasado siglo, cuando se instaló en la Amazonía peruana, y de Madeleine Godard, una maestra franco-Suiza que lo introdujo en el arte de la música. Es primo del cineasta Jean-Luc Godard y estudió en Perú, Inglaterra, Suiza y Estados Unidos. Fue ministro, empresario, banquero y acabará su dilatada carrera como presidente.

Mientras tanto, los venezolanos tendrán que seguir padeciendo como presidente a un ex-conductor de metrobús, ex canciller de Asuntos Extintores, ex vicepresidente, sin nacionalidad clara conocida, sin estudios y con serias dificultades para articular un discurso mínimamente coherente, sin insultos y/o descalificaciones. Un presidente que se niega a acatar el resultado de unas elecciones en las que sufrió una estrepitosa derrota y que tampoco acepta los mecanismos constitucionales para dejar el cargo.