Clinton y Warren alimentan el sueño de un gobierno de mujeres

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

YURI GRIPAS | Reuters

La senadora de Massachusetts es la aspirante a la vicepresidencia con la líder demócrata

11 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para llegar hasta donde está, Hillary Clinton se ha visto obligada a ser más dura que los duros y actuar como los hombres en un mundo en que ser mujer restaba puntos. Esa etapa es historia. Si alguien sabe adaptarse a las necesidades políticas del momento es Clinton. Ayer enseñó la puntera de sus tacones a la organización de planificación familiar Planned Parenthood, bajo asedio republicano, a la que prometió «guardar las espaldas» si llega a presidenta. No sin antes alimentar las esperanzas de la izquierda de ver a Elizabeth Warren convertida en su vicepresidenta.

Por su fiereza contra Wall Street y una carrera en contra de la avaricia corporativa, la senadora de Massachusetts es lo más cercano a Bernie Sanders que hay en el Senado. La única que podría colmar las aspiraciones de los 11 millones de estadounidenses que han votado por el socialista independiente. El mejor perro de ataque que pueda encontrar en su partido la candidata demócrata. «Estoy orgullosa de tener el apoyo de la senadora Warren, una mujer que es exactamente lo opuesto a Donald Trump: honesta decente y profundamente preocupada por las familias trabajadoras», tuiteó Clinton el jueves por la noche, cuando Warren le expresó su apoyo.

Una persona honesta

Esas son las cualidades que compensan los déficits de la nominada presidencial, a la que casi el 60 % de los estadounidenses considera una persona «deshonesta» en la que «no se puede confiar». En comparación, el 80 % cree que Sanders es un hombre honesto y, si bien no hay encuestas en este sentido sobre Warren, es fácil pensar que disfruta de ratings parecidos a Sanders. Le gana en colmillos, porque la senadora le ha enseñado los dientes a Trump con una fiereza que el bondadoso septuagenario no parece tener.

Sanders, como Warren, se muestra horrorizado por el racismo y la intolerancia del nominado republicano que, como dijo ayer Clinton, «ya no es descabellado pensar que pueda ser presidente de EE.UU». Warren, sin embargo, es la que se enfrenta a él por su medio preferido, Twitter, y le llama en televisión «pesetero pequeño e inseguro». También es la única capaz de medirse con él en el juego de los insultos populistas que el magnate ha creado para caldear a las masas. A Trump le gusta poner etiquetas pegadizas que la gente recuerda: ?Little Marco?, ?Lying Cruz?, ?Low Energy Bush?, ?Crooked Hillary? y, para Warren, ?Pocahontas?, porque su sangre anglosajona está mezclada con antepasados cherokee. Como se trata de ser despectivo y colgarle un sambenito que todo el mundo pueda repetir, últimamente también la llama ?Goofy? (Bobalicona) y dice estar deseando que Clinton la elija vicepresidenta.

Las dos mujeres se reunieron ayer durante más de una hora en la casa que alquila en Washington la presunta nominada demócrata. Warren salió con una sonrisa y se escabulló en el coche que la esperaba sin dar declaraciones. Muchos creen que en un país que nunca ha tenido una presidenta o vicepresidenta no sería inteligente empezar con dos mujeres en la misma papeleta, pero Hillary Clinton, convertida en adalid de las mujeres para esta pelea, dice que no lo descarta. Donald Trump, sin embargo, admite no estar considerando a ninguna mujer u hombre hispano para ese cargo, porque según su jefe de campaña, Paul Manafort, «eso sería hacerle la pelota a las minorías».