Alemania abre una crisis con Turquía al reconocer el genocidio armenio

Patricia Baelo BERLÍN / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

MICHAEL KAPPELER | Efe

Ankara achaca la resolución a la creciente islamofobia y retira a su embajador

03 jun 2016 . Actualizado a las 01:11 h.

Hay decisiones polémicas y otras que responden a las leyes de la lógica, como la adoptada ayer por el Parlamento alemán, el Bundestag, que tras apenas una hora de debate, aprobó por aplastante mayoría una resolución que reconoce como genocidio la matanza de 1,5 millones de cristianos armenios en la Primera Guerra Mundial, así como la responsabilidad de Alemania, por entonces aliada del Imperio otomano, como testigo mudo de la masacre. Los diputados alemanes desoyeron así las amenazas del Gobierno turco, que teme que el uso del término «genocidio» pueda implicar exigencias materiales o territoriales por parte de Armenia, y apoyaron en bloque la moción, que solo recibió un voto en contra y una abstención. En la tribuna de invitados, miembros de la iniciativa armenia «Reconocimiento ya» daban las gracias.

El resultado no sorprendió a nadie en Alemania, país que por su pasado nazi tiene experiencia en cerrar las heridas que dejó el siglo XX. Sobre todo porque el texto contaba con el visto bueno tanto de los partidos del Ejecutivo de gran coalición, como de la oposición, que coinciden en que se trata de una cuestión de responsabilidad histórica. En Turquía, sin embargo, la decisión ha levantado ampollas y generado un nuevo conflicto diplomático en un momento en que Angela Merkel, asfixiada por las críticas a su gestión de la crisis migratoria, necesita más que nunca la ayuda de Ankara para frenar el flujo de refugiados.

El ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, mandó retirar de inmediato a su embajador en Berlín y llamó a consultas al representante alemán en Turquía. En un comunicado, Cavusoglu calificó la resolución como una «desgracia para la reputación del Bundestag» y una «politización de la historia», producto de la creciente «turcofobia e islamofobia» en Alemania, que está alcanzando «niveles de racismo». Por su parte, el presidente, Recep Tayyip Erdogan, insistió una vez más en que «la moción influirá de un modo muy serio» en la relación entre ambos países. Graves acusaciones ante las que Merkel se vio obligada a rebajar el tono. Abordar cuestiones controvertidas «también forma parte de una democracia», defendió la otrora dama de hierro.

La ausencia de la canciller

No obstante, si algo llamó la atención ayer en el Parlamento fue la ausencia de la canciller, del número dos del Gobierno, Sigmar Gabriel, y del jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier, alegando tener otros compromisos, lo que desató las especulaciones sobre su interés por evitar un acto tan incómodo. Y es que esta nueva escalada de la tensión entre Berlín y Ankara abre un capítulo de incertidumbre en toda Europa, especialmente desde que Turquía amenazara con no cumplir con el pacto por el que se compromete a acoger a los refugiados expulsados por la UE, si no consigue la exención de visados para los ciudadanos turcos. Otro quebradero de cabeza para Merkel, acusada en casa de ser condescendiente con Turquía, después de dar luz verde a la demanda presentada por Ankara contra el humorista Jan Böhmermann, autor de una sátira sobre Erdogan.