Horror en Europa por el giro violento de la inmigración en el Mediterráneo

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

HANDOUT | Reuters

Bruselas e Italia se preparan para montar puntos de control en alta mar con la idea de filtrar allí a los migrantes

31 may 2016 . Actualizado a las 07:41 h.

Sin principio y sin final. La crisis migratoria en el Mediterráneo no desaparece, solo se transforma. Los flujos entre Turquía y Grecia se han taponado, pero la vía marítima entre Libia e Italia permanece abierta de par en par. Europa no logra salir del círculo perverso de muerte en el que lleva sumergida desde el pasado año. Tras decenas de reuniones de ministros y líderes políticos, millones de euros invertidos en la crisis, acuerdos con terceros países y broncas entre socios, la única realidad es que la UE vuelve a estar en la casilla de salida

El mes de mayo se cierra de luto. Es uno de los más aciagos de los últimos años. Solo esta semana 13.800 personas han sido rescatadas del mar. Unas 800 permanecen desaparecidas, según Acnur, tras intentar alcanzar Italia. Solo se han recuperado 50 cadáveres.

El drama es descomunal. Las organizaciones humanitarias piden soluciones y Bruselas sigue sin reconocer los problemas que se avecinan. Ha reaccionado tarde y mal. Y sigue sin mostrar apuro. Italia solicita desde hace meses una intervención más eficaz en esta zona del Mediterráneo donde están desplegados 14 barcos, 4 aeronaves y 3 helicópteros de Frontex. La única concesión que hace ahora la Comisión Europea es su disponibilidad a estudiar junto con las autoridades italianas la posibilidad de desplegar en alta mar «hotspots», centros cerrados de identificación y registro de migrantes. Se ubicarían a bordo de barcos de la Armada italiana o en plataformas abandonadas. El ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, defiende la propuesta a capa y espada para evitar que nadie pueda «escapar». Los activistas por los derechos humanos denuncian que no se pueden garantizar los estándares de protección previstos en los convenios internacionales. ¿Y Bruselas? Está dispuesta a explorar esta opción con Frontex. «Antes debemos estudiar las implicaciones operacionales, ver si es posible», aseguran sus portavoces. 

Niños refugiados

«Las historias que he escuchado de los niños que han hecho estos viajes son horribles. Ningún niño debería enfrentarse a esto», asegura la coordinadora de UNICEF para la crisis de refugiados, Marie-Pierre Poirier. La organización calcula que desde comienzos de año, cada mes llegan a Italia unos 1.000 menores de edad sin ningún tipo de compañía. Siempre expuestos a al abuso y la explotación de las mafias durante su travesía hacia Europa. Bruselas ignora las cifras e insiste en  que sigue muy de cerca la situación. Italia y la organización para la infancia y el Gobierno italiano han llegado a un acuerdo para mejorar y monitorizar la asistencia a los menores tras su llegada a Italia. 

La situación se ha templado en el Egeo pero Bruselas no baja la guardia. Las autoridades otomanas volvieron a amenazar ayer con echar abajo el acuerdo con el que la UE mantiene a raya la llegada de refugiados si no se liberalizan los visados. El ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, aseguró que es «imposible»  adaptar la legislación antiterrorista a los estándares europeos. Bruselas ve avances en otros frentes, como la protección de datos, pero a pesar de las rebajas europeas, Ankara sigue sin cumplir con los 72 criterios para que la UE de luz verde.

La Comisión insiste en que el acuerdo y las concesiones políticas van por separado. Las autoridades turcas lo niegan: «Los dos acuerdos están relacionados». Las negociaciones se retomarán esta semana. La canciller alemana, Angela Merkel, el presidente turco, Erdogan, y los líderes comunitarios intentarán impulsar de nuevo un acuerdo que se marchita.