«Espero que Europa cumpla o volveremos»

Leticia Álvarez LA VOZ EN ATENAS

INTERNACIONAL

La policía griega desaloja en el primer día a más de 2.000 migrantes del campamento de Idomeni

25 may 2016 . Actualizado a las 07:16 h.

«A las siete de la mañana un hombre sin uniforme de policía abrió la tienda de campaña y de forma muy educada nos dijo que teníamos que irnos porque estábamos acampados en territorio privado». Quien habla es Salah, un joven sirio que llevaba durmiendo en la misma tienda desde el 9 de marzo, el día en que se cerraron las fronteras. Nunca quiso perder la esperanza y siempre pensó que su bloqueo en Grecia era una pesadilla temporal, pero ayer la tensión pudo con él. «No sirve de nada, nos vamos. Cogeremos nuestras maletas y nos iremos a un campo. Solo espero que Europa cumpla o volveremos», afirma.

El desalojo era solo cuestión de tiempo. Idomeni, el barrizal que removió las conciencias de Europa, empieza a vaciarse. De madrugada y con un dispositivo policial digno de una operación antiterrorista las autoridades griegas bloquearon todos los accesos a periodistas y voluntarios. A partir de las cuatro de la mañana los migrantes empezaron a enviar las primeras fotos de los antidisturbios rodeando el campo. Poco después las imágenes de cientos de familias subiendo a los autobuses y de personas campo a través, con sus pertenencias metidas en bolsas de basura.

«No sé adónde vamos pero espero que no sea peor que Idomeni», escribió Quasey desde uno de los autobuses. «Prefiero pagar a las mafias y cruzar la frontera. Esperaré en los campos de la zona hasta que la policía se vaya», explicaba Husein mientras dejaba el campamento a pie. 

«Hemos perdido»

Los disturbios de las últimas semanas y el aumento de la presencia de mafias son los argumentos que esgrime Grecia para justificar el cierre. Voluntarios y activistas denuncian, sin embargo, que la pretensión de Atenas es encerrar a los refugiados en lugares más alejados de la frontera, y por tanto menos visibles, aunque no mejoren las condiciones de Idomeni ya que hay que dormir en el suelo, en tiendas de campaña, y la comida es escasa.

El plan de desalojo ha ido bien para los intereses de Atenas en las primeras horas. Desde dentro del campo los refugiados afirman que nadie los forzó, pese a lo cual más de 2.000 personas aceptaron irse. El ritmo permitirá «limpiar» la zona en un par de días, mucho menos que el plazo límite de una semana que se ha impuesto el Gobierno griego. ¿Cómo se explica tan poca resistencia? «Todo está tranquilo. Algunas familias han roto a llorar y me han confesado que necesitaban marcharse de aquí», escribe un voluntario alemán que todavía continúa infiltrado en el campamento. «Esto es como asumir que hemos perdido», relata Nedal, un traductor sirio, desde la escuela improvisada de la estación de Idomeni.

Lo más difícil llegará, sin embargo, cuando haya que expulsar a los que se niegan a salir. «Sobre los raíles de la estación hay gente vulnerable que está pasando miedo. Se encuentran solos y tienen miedo de irse a otro campo», apunta la voluntaria gallega María Vence, que fue desalojada antes de que la policía blindara la zona. Para no dejarlos desvalidos, Médicos Sin Fronteras pidió a las autoridades que les dejaran tener acceso a la comida. «Hace tres días que apenas tenemos alimentos. Desde que empezaron a bloquear a los activistas camino cuatro kilómetros cargado de bolsas de comida para que mis amigos y familia puedan sobrevivir», denuncia Ahmer desde una camilla. 

YANNIS KOLESIDIS | AFP

Empezar de cero

Los 40 autobuses que partieron ayer de la frontera trasladaron a los migrantes a los campos de Sindos y Derveni, próximos a Salónica, en el norte de Grecia. Otros seis nuevos centros están listos para albergar a los más de 6.000 refugiados que siguen malviviendo en el barrizal inhumano de Idomeni. Las autoridades aseguran que han dividido a los refugiados por nacionalidades y etnias para evitar problemas futuros en los centros. Aun así, empiezan a escucharse críticas de familias separadas en el desalojo.

Los que ayer se subieron a los autobuses tendrán que empezar de cero en los nuevos centros, donde el acceso a los voluntarios independientes es más restringido. Muchos han establecido vínculos muy fuertes. De ahí la reticencia a dejar Idomeni. «Me sentiré desprotegido sin mis amigos europeos», susurra Nour al otro lado del teléfono.

«Lo único que espero es que funcionen las entrevistas para pedir la reubicación con mi familia» explica Mustafá, quien no confía en el Gobierno heleno. Las autoridades griegas anunciaron la semana pasada la reactivación del sistema de citas para que los refugiados hagan su petición de asilo. La única forma de conseguirlo es desde los campos oficiales, entre los que no se encuentra Idomeni. Hasta los centros se acercan funcionarios europeos buscando solicitantes de asilo para sus países.

«Hemos entendido el mensaje pero si Europa no cumple volveremos», repite Salah. «Que quede claro que somos personas civilizadas», añade. Idomeni será recordado como un símbolo de la desidia europea en la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.