Condenan a 23 años de prisión al que fue ministro de la Presidencia con Lula

Efe

INTERNACIONAL

EVARISTO SA | AFP

José Dirceu estaba acusado de corrupción y lavado de dinero por las irregularidades en la empresa estatal Petrobras

18 may 2016 . Actualizado a las 17:12 h.

La justicia federal brasileña condenó a 23 años y tres meses prisión al exministro José Dirceu, que fue presidente del Partido de los Trabajadores (PT) y uno de los hombres más influyentes durante el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

La sentencia la dictó en primera instancia el juez Sergio Moro, responsable del proceso de las irregularidades en la empresa estatal Petrobras, que lo encontró culpable de corrupción pasiva y activa y lavado de dinero.

Dirceu fue ministro de la Presidencia de Lula entre el 2003 y el 2005, cargo en el que le sucedió la ahora presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, tras ser obligado a renunciar en medio de un grave caso de sobornos parlamentarios por los que fue condenado a diez años y diez meses de prisión.

Una leyenda de la izquierda brasileña

El fallo dictado este miércoles parece casi el epitafio de una de las vidas políticas más turbulentas que se conocen en Brasil y para una de las figuras más respetadas en la izquierda latinoamericana.

Dirceu, de 70 años, se metió en política en 1965, cuando cursaba derecho en la Universidad Pontificia Católica de Sao Paulo y se unió a los movimientos estudiantiles que combatían a la dictadura que se había instalado en Brasil un año antes. Quienes lo conocieron entonces dicen que tenía fama de mujeriego y pinta y carisma de ídolo «beat», pero que se transformó a medida que se involucró en la lucha contra el régimen.

Coqueteó con la guerrilla, aunque nunca participó en la lucha armada, y en 1968 fue detenido en una asamblea estudiantil. Su nombre comenzó a cobrar ribetes de leyenda un año después, cuando fue incluido en una lista de catorce presos políticos que la dictadura se vio obligada a liberar a cambio del embajador de Estados Unidos, Charles Elbrick. El diplomático había sido secuestrado por una pequeña célula del Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, integrada entre otros por Franklin Martins, que fue ministro de Información durante el segundo mandato de Lula.

Los presos políticos fueron enviados a México, pero Dirceu recaló en Cuba, donde recibió entrenamiento militar y tejió una amistad que mantiene hasta hoy con importantes dirigentes, como el expresidente Fidel Castro. En la isla se sometió a una operación de cirugía plástica que le modificó ligeramente el rostro y regresó a Brasil en la clandestinidad, en 1971, para integrarse en el Movimiento de Liberación Popular.

Tuvo divergencias con esa guerrilla de inspiración castrista y volvió a La Habana, pero en 1975 retornó definitivamente a Brasil, aún en plena dictadura, bajo la falsa identidad de Carlos Enrique Gouveia de Melo, supuesto empresario de origen judío. Se vinculó a grupos armados y entrenó guerrilleros, pero él mismo afirma que «jamás» empuñó las armas, porque «no era» lo suyo.

En ese segundo retorno, con falsa identidad, se casó con Clara Becker, quien sólo supo quién era su marido cuatro años después, cuando ya tenían un hijo y el Gobierno militar dictó una amnistía que le permitió retomar la política a cara descubierta. «Ese día me dijo soy José Dirceu y vuelvo a lo mío», recuerda Becker que su marido le reveló antes de abandonarla.

Se afilió al PT, que presidió entre 1995 y 2002 y en el que, junto con Lula, dirigió severas purgas en las que expulsaron a los grupos más radicales de esa formación. Acabó como el principal escudero de Lula y su mayor consejero en las campañas de 1989, 1994 y 1998, en las que el exsindicalista aspiró sin éxito a la Presidencia.

En 2002, fue el principal artífice de la campaña que finalmente llevó a Lula y al PT al poder y fue nombrado ministro de la Presidencia, un cargo desde el que se controlan todos los resortes políticos del Gobierno. Fue tildado de «maquiavélico», de «poder en la sombra» y despertó críticas por su estilo combativo, las cuales atribuía al «odio» de una derecha que, en su opinión, «nunca digirió» el triunfo electoral de Lula.

En el 2005 surgió el escándalo con los sobornos parlamentarios y dimitió un día después de que el delator de esos asuntos y entonces diputado Roberto Jefferson compareciese ante el Congreso y, con la mirada puesta en las cámaras de televisión dijo: «José, sal de ahí y sal rápido, que harás de Lula un reo». Para sustituirlo en el Ministerio de la Presidencia Lula nombró a Dilma Rousseff, que también estuvo vinculada a la guerrilla en su juventud: «Me honra traspasar este cargo a una compañera de lucha, a una camarada de armas», declaró entonces.