El Trump de Oriente se hace con la presidencia de Filipinas

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

ERIK DE CASTRO / reuters

Apuesta por luchar contra los criminales saltándose la justicia

11 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Filipinas se despertó ayer con un nuevo presidente: Rodrigo Duterte, un populista apodado el Trump de Oriente por su incontinencia verbal. De nada sirvió el llamamiento del dirigente saliente, Benigno Aquino, a los votantes y a los demás candidatos de unir fuerzas para evitar su victoria: 15,6 millones de filipinos lo votaron frente a los 9,38 millones que optaron por su rival, Mar Roxas, afín a Aquino.

Al igual que el magnate neoyorquino, Duterte se presenta como un candidato contra el establishment político de Filipinas. Como los estadounidenses, sus votantes proyectan en él su hartazgo ante una clase política que en este país ha sido incapaz de acabar con la corrupción endémica y con la pobreza. Autoritario y carismático, su fama de duro se la ganó por ser el azote de los criminales como alcalde de Davao, la tercera ciudad más importante del país, y no siempre por medios lícitos. Grupos proderechos humanos le acusan de estar detrás de los escuadrones de la muerte que dejaron más de 1.400 víctimas.

En su campaña no faltaron las bromas de mal gusto, los insultos e incluso las amenazas. En una ocasión dijo que el agua de la bahía de Manila se volvería roja por los cadáveres que arrojaría allí, en otra bromeó diciendo que le hubiera gustado ser el primero en la violación en grupo de una misionera australiana en 1989. Incluso se permitió insultar al papa Francisco por haber provocado atascos durante una visita al país en el 2015.

Ayer moderó su lenguaje y llamó a la reconciliación nacional. «Es tiempo de curación», dijo, antes de celebrar su victoria llorando a lágrima viva en la tumba de sus padres, un exgobernador católico y una musulmana.

Durante la campaña, este abogado y exfiscal de 71 años prometió extender al país el modelo que instauró en Davao. Su estrategia se base en que, para acabar con la pobreza, hay que erradicar el crimen. En sus mítines llamó a saltarse a una justicia «ineficaz» y defendió las ejecuciones extrajudiciales de criminales y drogadictos como medida de disuasión. «¡Olvidad las leyes sobre los derechos humanos!», dijo. Por lo pronto ayer su portavoz anunció que reformará la Constitución para instaurar un gobierno federal, con el objetivo de pasar a las regiones las competencias sobre desarrollo económico y social. En su estrategia contra el crimen está estudiando imponer un toque de queda a los menores y la prohibición de vender alcohol a partir de la 1.00 horas.