Merkel y Tusk visitan un campo turco para blanquear el acuerdo migratorio

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

JOE KLAMAR | Afp

Crece la tensión entre Atenas y Ankara por las violaciones del espacio aéreo griego

23 abr 2016 . Actualizado a las 08:55 h.

La operación lavado de imagen está en marcha. Una delegación europea formada por el presidente del Consejo Donald Tusk, el vicepresidente de la Comisión Frans Timmermans, y la canciller alemana Angela Merkel, aterriza hoy en Turquía para tratar de calmar las feroces críticas vertidas en las últimas semanas por la comunidad internacional en torno al acuerdo migratorio sellado el pasado 18 marzo con el país otomano. 

Quienes se oponen al programa de expulsiones de migrantes alegan que Turquía no es un país seguro, por mucho que Bruselas insista en defender sus virtudes. «Lo que Merkel tiene que traer de allí no son fotos sonrientes sino garantías sólidas de que las autoridades turcas dejarán de enviar a los refugiados de vuelta y empezarán a aplicar las leyes de asilo», demandó ayer el director de Amnistía Internacional para Europa, John Dalhuisen.

El portavoz de la canciller, Steffen Seibert, reconoce que todavía «queda mucho por hacer» y pidió paciencia. «Los primeros pasos apuntan en la dirección correcta». Para afianzar la hoja de ruta, los tres dirigentes europeos se reunirán con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu en el campo de refugiados de Nizip, en la frontera sirio-turca, donde se están acometiendo proyectos de apoyo a familias refugiadas con parte de los 187 millones de euros que desembolsó la UE del primer sobre de 3.000 millones reservado para atender a los asilados en territorio turco. 

La foto no podrá esconder la realidad. Ankara sigue sin garantizar la protección de todos los migrantes devueltos desde Grecia mientras Bruselas mira para otro lado. Se escuda en que las autoridades turcas niegan la existencia de devoluciones en caliente, pero ningún equipo de la Comisión ha ido a comprobar las denuncias de las organizaciones humanitarias. 

Esta no es la única polémica que ensombrece el acuerdo. ¿Cuál es el precio político que está dispuesto a pagar la UE? Tusk insiste en que Europa no debe sacrificar sus valores y libertades en manos del vecino turco. «La experiencia reciente muestra que hay que establecer claros límites a las concesiones. Podemos negociar dinero pero nunca nuestros valores. Este mensaje debe ser escuchado por Erdogan», indicó el polaco. Merkel va por otro lado. Esta semana decidió dar cobertura  a la denuncia de Erdogan contra el cómico alemán que satirizó su imagen. 

Las tensiones no acaban ahí. Grecia empieza a perder la paciencia por las violaciones reiteradas de su espacio aéreo por parte de la aviación turca. El primer ministro Alexis Tsipras lanzó ayer un serio aviso a Turquía: «Grecia no puede tolerar ninguna acción que interfiera en nuestro derecho soberano», advirtió. La relación entre los dos países no pasa por buen momento. Tsipras acusa a Erdogan de obstaculizar las labores de la OTAN con «exigencias y acciones unilaterales». Y el asunto más espinoso está por llegar. El cuatro de mayo Bruselas deberá decidir si da luz verde a la liberalización de visados turcos. Ankara quiere vía libre sin cumplir sus compromisos. La Comisión por ahora mantiene el pulso pero, ¿hasta cuándo?