«La demanda sigue alta, aunque la ruta por mar está cerrada»

Laura F. Palomo LA VOZ EN DIKILI (TURQUÍA)

INTERNACIONAL

Laura Fernandez Palomo

Los traficantes de personas que operan en la costa turca mantienen activas las redes de captación

08 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los atrapan y dejan su rastro esparcido por la costa turca. Por el brillo del naranja se nota que los chalecos salvavidas son nuevos. Junto a cuatro modelos de adulto, un pequeño gorro rosa asoma por la bolsa de plástico con la que los refugiados protegen sus enseres del agua en la travesía del Egeo. Los vecinos de la casa más cercana, en el pueblo de Killik, vieron la redada de la policía turca del miércoles. Por lo que las posesiones arrojadas en medio de una pradera parecen pertenecer a uno de los grupos interceptados por las autoridades. Pese al acuerdo de devolución entre la Unión Europea y Turquía, se lanzaron al mar para escapar a la isla griega de Lesbos. Los cogieron.

«La demanda sigue siendo alta aunque ahora mismo la ruta por mar está cerrada». Lo explica un traficante que opera en la zona, antes de cortar una breve conversación telefónica basada en la desconfianza. Su número de teléfono es público y se difunde en las páginas de Facebook, donde los refugiados comparten información sobre viajes, pero no esperaba la llamada de un periodista. Como el resto de móviles contactados, siguen operativos pese al bloqueo de la ruta.

Los chalecos abandonados son el comienzo de un reguero de ropa, la mayoría de talla infantil, y pañales sin usar que marcan el sendero hasta una playa discreta, a 15 kilómetros de Dikili, donde las mafias disponen las barcazas para la huida. «Todos estos objetos aquí tirados indican que la policía los pilló antes. Algunos llevan días, pero otros meses», intuye el joven turco, Gorken Karaca, por el color de tejidos palidecidos por el sol. Nadie los ha retirado. Conoce bien el trasiego cuando salían hasta 9.000 personas diarias, los coches que se amontonaban; unos transportándolos, otros como vigías. Describe la secuencia con la silueta de la isla de Lesbos al fondo. «Supongo que si yo estuviera en su situación haría lo mismo, pero esto está afectando mucho a la imagen turística de la zona», se lamenta.

Gorken también ha sido testigo de las capturas del miércoles, cuando vio a unas cuarenta personas siendo trasladadas al pabellón de los guardacostas en el puerto de Dikili, donde a su vez se ha establecido uno de los centros de recepción para los deportados desde Europa. Él trabaja en uno de los cafés que hace de eje entre los dos espacios junto al mar: de frente, el centro de vigilancia de la guardia costera que desde el acuerdo con Bruselas ha reforzado sus dispositivos y está impidiendo más salidas; a su espalda, el centro de registro donde hoy está prevista la llegada de más expulsados desde Grecia. Una lista con más de 5.000 personas cuya devolución comenzó el pasado lunes y se hará de forma gradual tras estudiar sus solicitudes de asilo.

Como el lunes, la información es confusa. «Tenemos todo preparado, solo estamos esperando a que Grecia confirme el traslado», declara Ufuk Flokmar, un portavoz del centro de recepción. El personal médico ayer paseaba por el puerto en modo de espera. «Si continúan aquí es que hay previsión de que lleguen», suponía Hulusi, un residente que presenció la llegada de los tres ferri del primer día con la misma incertidumbre.

Los facultativos son los primeros en tratar a los retornados. Pegada a la carpa de recepción y registro, están las tiendas de campaña donde pasan por un primer reconocimiento médico. Hay que desafiar un espigón al borde del mar para verlas, porque el recinto ha sido cubierto por una lona azul, para evitar que la prensa capte el desembarco. Después, son registrados y transportados en autobuses a los centros de deportación de Kirklareli, junto a la frontera con Bulgaria, según explica Flokmar.

Allí, según el ministro turco de Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, se abrirá el expediente de repatriación ya que asegura que en ferri solo llegarán migrantes económicos. El gobernador de la provincia de Izmir, Mustafa Toprak, aclaró que los sirios serán enviados «directamente desde las islas griegas en avión al aeropuerto de Adana», para luego distribuirlos en campamentos y centros de acogida. Conceptos, distinciones y escasa información que siguen generando dudas sobre la legalidad de todo el procedimiento.

Merkel y Hollande respaldan sin fisuras el acuerdo con Turquía

La reunión que mantuvieron ayer en Metz Angela Merkel y François Hollande les permitió presentar una unidad de fachada en relación con la crisis migratoria que enfrió sus relaciones a causa de las fricciones provocadas por sus diferentes enfoques. «Francia y Alemania consideran que solo una solución europea aportará una respuesta eficaz y duradera», proclamaron. Ambos países defendieron la vigencia del acuerdo entre la UE y Turquía y prometieron enviar 600 agentes a Grecia. La crítica más dura a la política germana de puertas abiertas había sido formulada por el primer ministro galo, Manuel Valls. Merkel se declaró ayer «muy feliz» de reencontrarse con él. «Las palabras difíciles o las críticas tienen más tendencia a estimularme que a encolerizarme», dijo.