«Europa nos tiene enjaulados»

LETICIA ÁLVAREZ LA VOZ EN LESBOS

INTERNACIONAL

ORESTIS PANAGIOTOU | Efe

El aumento de peticiones de asilo obliga a Grecia a suspender hasta el viernes la expulsión de refugiados, que creen que su suerte puede cambiar con la visita del papa la semana que viene

06 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni 24 horas tardó en mostrar las primeras grietas el acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía para expulsar a este último país a los inmigrantes llegados a Grecia. Las comunicaciones entre el Gobierno heleno y sus vecinos turcos no son muy fluidas. Mientras Atenas decidía suspender hasta el viernes las deportaciones, sobrepasada por la riada de retenidos en los centros de las islas que han decidido solicitar asilo de forma masiva, Turquía sacaba pecho asegurando que ellos sí estaban preparados para recibir a otras 200 personas hoy.

«Esto es el Guantánamo de Europa», denuncia Alí Bash de Alepo tras las alambradas del campo de retención de Moria, en Lesbos. Explica que no reciben ningún tipo de información sobre cómo actuar en su situación por lo que su familia todavía no ha pedido asilo. «¿A los sirios no nos van a devolver a Turquía, no?», pregunta a la periodista queriendo aferrarse a un último hilo de esperanza. Junto a él, sus compañeros confiesan que nunca creyeron que las informaciones sobre que serían retenidos al llegar a Grecia fuesen ciertas. Sin embargo, esto es lo que les sucedió. Antes de pisar territorio europeo, la guardia costera griega los interceptó y los trasladó al campo de detención sin dejarles otra alternativa.

«Volver a Turquía es impensable para nosotros», afirma Alí mientras una pareja de policías griegos patrulla por el campo. Como si quisieran secundarlo, dos personas originarias de Kobani gritan a lo lejos: «Somos kurdos, Turquía nos persigue, es imposible volver».

«Europa nos tiene enjaulados. La prensa tiene que acercarse a escondidas. Hay peleas todas las noches. Incluso algún detenido de Pakistán ha intentado autolesionarse para que lo saquen de aquí y poder escaparse», prosigue Alí. Está sentado en una especie de patio de la zona norte de Moria en la que matan el tiempo paseando cientos de personas privadas de libertad. En la puerta principal, un centenar de pakistaníes que se saben los primeros objetivos de las listas de expulsión se agarran a las alambradas gritando «Queremos libertad» y «Prensa, ayudadnos». Un hombre muestra un trozo de cartón en el que se puede leer: «matadnos si queréis». Paradojas, en el muro del complejo, que fue hace tiempo un campamento militar, hay un grafiti que dice: «nadie es ilegal».

Situación límite

La situación en las islas del Egeo oriental sigue estando al límite, con casi 6.000 inmigrantes atrapados en los centros de detención. Las primeras expulsiones tampoco han conseguido sofocar el efecto llamada. Siguen llegando embarcaciones procedentes de Turquía y en ellas arriban más personas que las que son expulsadas, solo 225 en las últimas horas, la mayoría a Lesbos.

La falta de organización y de medios han quedado de manifiesto ayer en la isla de Quios, donde se «perdieron» 100 refugiados que estaban en las listas para ser devueltos a Turquía. La policía organizó una batida para encontrarlos, pero ni rastro de ellos. Según versiones de los vecinos, el centenar de «desaparecidos» formaban parte del grupo de 600 que escaparon el viernes de la semana pasada del centro de detención tras los enfrentamientos en que se vieron envueltos con afganos y que obligaron a intervenir a los antidisturbios. La mitad se instalaron en el campo abierto de Suda, gestionado por el ayuntamiento y Acnur, mientras que la otra mitad se dirigieron al puerto con el objetivo de subirse a un barco hacia Atenas.

Si no fuera suficiente el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados denunció ayer que a 13 de los 202 primeros deportados se les negó el derecho a pedir asilo. La Comisión Europea lo negó, pero el daño ya está hecho. Deportar a cualquier persona, sea cual sea su nacionalidad, sin permitir que presente una solicitud de asilo, es contrario a la Convención de Ginebra de Refugiados, a la Directiva Europea de Asilo y a la legislación griega. El error no puede imputarse directamente a Bruselas. Lo cometieron las fuerzas de seguridad griegas, que «olvidaron» procesar las 13 peticiones. Según Tufik, un afgano internado en Moria, los griegos tardaron en registrar las demandas al inicio, antes de acelerar el ritmo con la llegada de los primeros refuerzos europeos.

«¿De verdad que va a venir el Papa. Eso es que igual cambia nuestra suerte», se entusiasmaron en el centro de detención de Moria ante la noticia de la visita de Francisco la semana que viene. El anuncio corrió como la pólvora. Según el comunicado de la Iglesia Ortodoxa griega, el objetivo de la visita es promover la «toma de conciencia» de la comunidad internacional sobre la guerra en Oriente Medio, que afecta de forma especial a las comunidades cristianas, y llamar la atención sobre el drama de los refugiados. Le recibirán el presidente griego, el Patriarca de Constantinopla y el arzobispo ortodoxo de Atenas.