La UE ignora las críticas y sigue adelante con las expulsiones

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

MARKO DJURICA | REUTERS

Turquía sigue sin cumplir los criterios para ser considerado un tercer país seguro

02 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay vuelta atrás. La Unión Europea está dispuesta a ignorar todas las críticas y denuncias de los organismos internacionales para evitar que se eche por tierra el acuerdo con Turquía para las deportaciones de refugiados. Las primeras expulsiones tendrán lugar el lunes, a pesar de las múltiples denuncias que pesan sobre el Gobierno turco por el trato inhumano e injusto que dispensa a los sirios que huyen de la guerra en su país. 

Acnur ya mostró su rechazo a un programa de deportaciones que considera ilegal. Bruselas insistió ayer en que Grecia y Turquía están modificando sus legislaciones para que el plan cumpla con los compromisos internacional en materia de derechos humanos y asilo. A pesar de su frágil encaje legal, la maniobra sigue despertando dudas morales. «Se respetará el principio de no retorno (a Siria) de quienes tienen derecho a protección internacional», trató de justificar la portavoz comunitaria, Natasha Bertaud. 

Más denuncias

Los hechos demuestran lo contrario. Turquía sigue sin cumplir los criterios para ser considerado un tercer país seguro. Amnistía Internacional volvió a denunciar ayer las devoluciones diarias de refugiados, incluidos ancianos y niños,  desde la frontera sur turca hacia Siria. Bruselas ha recibido múltiples advertencias pero se limita a tomar nota y continuar con la hoja de ruta. «No vamos entrar en  juegos de echarle la culpa al otro. Nos tomamos las denuncias muy en serio y trabajamos con oenegés, autoridades griegas para abordar estas preocupaciones relacionadas con el trato a los refugiados en Turquía», insiste la Comisión. 

No solo las críticas empañan la puesta en marcha del plan. Grecia sigue sin personal suficiente para enfrentarse al reto logístico que se le viene encima. De los 4.000 efectivos que necesitan en los «hotspots», todavía no han llegado ni los 2.500 comprometidos por el resto de socios europeos. La tensión acumulada en esos enclaves, reconvertidos ahora en centros de detención, muestra una deriva preocupante. El país heleno acoge a más de 50.000 migrantes entre sus fronteras, repartidos en campos, algunos improvisados, a lo largo de su territorio. Sus centros están desbordados. «Vigilamos la situación de cerca. Sabemos que hay tensiones y sobrecapacidad», admitió Bertaud.