El mundo se conjura para evitar que el EI logre la bomba sucia

V. Toro, M. Gallego NUEVA YORK / CORRES., COSPISA

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE | REUTERS

EE.UU. hará público su arsenal atómico por primera vez en una década

02 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Barack Obama abrió ayer la cumbre de seguridad nuclear en Washington con una advertencia sobre las consecuencias que tendría para el mundo un ataque atómico terrorista. Ante esta amenaza las potencias mundiales se conjuraron ayer para evitar que caiga en manos del Estado Islámico material radiactivo para una bomba sucia.

Darle publicidad al arsenal atómico de todos los países y a los métodos que usan para custodiarlo y la reducción de ese material es la fórmula que, destacó el presidente estadounidense, puede disminuir la posibilidad de que los extremistas se hagan con armamento radiactivo. Y por esa razón, Obama anunció que su país haría público su arsenal nuclear por primera vez en una década así como una «descripción detallada» de las medidas de seguridad para protegerlo.

En su opinión, «hemos reducido ese riesgo, pero la amenaza del terrorismo atómico persiste y continuará». «El Estado Islámico ya ha usado armas químicas, incluido el gas mostaza, en Siria e Irak», dijo, por lo que «si estos lunáticos obtienen material nuclear, definitivamente lo usarían para seguir matando a la mayor cantidad de personas inocentes posible», dijo. «Sería una catástrofe que cambiaría el mundo y tendría consecuencias que durarían décadas», añadió.

La cumbre celebrada ayer en Washington es la cuarta que reúne en la capital estadounidense a dirigentes de cincuenta países. A la hora en que Barack Obama sostenía reuniones con los líderes de China, Japón y Corea del Sur para declarar su compromiso con la desnuclearización de la región, un misil de Corea del Norte estallaba en el mar de Japón. Era un claro desafío del régimen de Pyongyang a la unidad del mundo que el nobel de la Paz pretendía legar en su última cumbre de seguridad nuclear.

Torpedeada por Rusia

En realidad la cumbre de dos días ya había sido torpedeada por Rusia, el país que más cabezas nucleares posee, ausente de la cita en Washington. La Casa Blanca le restó importancia con un «ellos se lo pierden», porque según el asesor de Seguridad Nacional, Ben Rhodes, «se están aislando a sí mismos al no participar como habían hecho en el pasado».

Tampoco Irán se encontraba representada en la tercera cumbre de seguridad nuclear que concentró a 56 jefes de Estado, pero el hecho de que no estuvieran discutiendo la amenaza que supone este país, sino cómo vigilar el cumplimiento de los acuerdos alcanzados para su desnuclearización, era en sí una victoria que valida la doctrina conciliatoria de Obama frente a la política de cowboy de sus predecesores. «Después de casi dos años de intensas negociaciones y fuertes sanciones, los países representados en esta sala lograron lo que no se consiguió con décadas de animosidad y retórica (bélica): un acuerdo de largo plazo que cierra cada posible camino para que Irán construya armas nucleares y lo somete a las más amplias inspecciones nucleares que se hayan negociado nunca», se autocongratuló el anfitrión al abrir la cumbre. Le ha costado siete años de gobierno llegar a esta última cumbre mostrando que el acercamiento funciona.