Hollande se rinde y retira su iniciativa estrella tras los atentados de París

Fernando Iturribarría PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

STEPHANE DE SAKUTIN | AFP

La falta de unidad hace fracasar la reforma constitucional para combatir el yihadismo

31 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

François Hollande enterró ayer la reforma constitucional que él mismo había impulsado en respuesta a los atentados yihadistas que el 13 de noviembre causaron 130 muertos en París y Saint-Denis. El presidente francés ha sido incapaz de sacar adelante una iniciativa que había concitado al ser anunciada el consenso político y el beneplácito de una opinión pública conmocionada. La división provocada en la izquierda gobernante y la resistencia de la oposición conservadora a dar bazas al poder socialista a poco más de un año de las elecciones presidenciales sellan el fracaso de un mandatario debilitado e impopular que afronta hoy una huelga general contra su reforma laboral, otro factor de fractura en la mayoría gubernamental.

La frustrada revisión constitucional contenía dos artículos. El primero no ofrecía dificultades para su aprobación parlamentaria. Consistía en constitucionalizar el estado de emergencia vigente en Francia. Pero el segundo ha generado cuatro meses de polémicas enconadas y a la postre estériles sobre la retirada de la nacionalidad francesa a los condenados por crímenes graves de terrorismo. Era una vieja idea de la derecha que Hollande plagió por sorpresa en una jugada política de resultados desastrosos.

Para prosperar el texto debía ser aprobado con la misma redacción por las dos cámaras. La Asamblea Nacional, con mayoría socialista, extendió en teoría la retirada de la nacionalidad a todos los franceses para evitar discriminaciones. La dimisión el 27 de enero de la ministra de Justicia, Christiane Taubira, había plasmado la hostilidad de la izquierda crítica a reservar la medida a los binacionales por vulnerar el derecho de suelo. Este pilar de la ciudadanía republicana consagra el derecho de toda persona nacida en Francia a poseer la nacionalidad francesa.

Pero el Senado, donde la derecha es mayoritaria, limitó la iniciativa a los terroristas con doble nacionalidad con el argumento de evitar la creación de apátridas, prohibida por los convenios internacionales. Ironías de la historia, esta votación se produjo después del arresto en Bruselas de Salah Abdeslam, el único superviviente de los comandos autores de la matanza del 11N y que, al ser de nacionalidad gala, no estaba afectado por la versión aprobada.

Posturas irreconciliables

Hollande recibió ayer a primera hora a los presidentes de la Asamblea y del Senado y comprobó que las posiciones de ambas cámaras eran irreconciliables. En consecuencia, se vio obligado a arrojar la toalla. Tras el Consejo de Ministros, grabó un breve discurso en el Elíseo para dar a conocer su tercera intentona frustrada de modificar la Constitución. El presidente, sin mencionar las divisiones creadas en el seno de la izquierda, colocó la pelota de las culpas en el tejado del centroderecha. Dijo deplorar «profundamente» la actitud de «una parte de la oposición» por mostrarse «hostil a toda revisión constitucional».

La oposición replicó de inmediato por boca de Nicolas Sarkozy, presidente de Los Republicanos, que culpó a su predecesor de haber «creado las condiciones del fracaso». «A fuerza de prometer una cosa y la contraria, condena al país a un bloqueo y al inmovilismo», acusó.

La incapacidad de izquierda y derecha para promulgar una medida de alcance meramente simbólico es un regalo para el ultraderechista Frente Nacional. Su presidenta, Marine Le Pen, responsabilizó del «fracaso histórico» a Hollande, cuya dimisión reclamó Louis Alliot, vicepresidente del FN, por «impopular, impotente, inmóvil y ultraminoritario». La izquierda disidente también ajustó cuentas con Hollande por haber dividido al país y debilitado al bando progresista.