El EI deja un desolador rastro de destrucción de su paso por Palmira

laura fernández palomo AMÁN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Expertos de la Unesco ven muy difícil que se puedan restaurar algunos de los monumentos más emblemáticos

29 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que en mayo del 2015 el Estado Islámico (EI) tomó la milenaria ciudad de Palmira, su anfiteatro ha sido escenario de ejecuciones públicas y sus monumentos han sido destruidos como ataque a un pasado pagano. Hasta que el Ejército de Damasco, con apoyo aéreo ruso, recuperó el domingo esta histórica urbe las huestes yihadistas se afanaban por publicitar su destrucción. Las imágenes difundidas muestran ahora el desolador rastro que dejó el EI de su paso por Palmira, menor de lo esperado, según los expertos sirios, aunque los de la Unesco ven muy difícil que se llegue a recuperar algunos de los monumentos más emblemáticos.

El templo de Bel, uno de los edificios religiosos más importantes del siglo I, o el arco del triunfo han sido dos de los monumentos destruidos en su campaña propagandística de borrar el pasado en Irak y Siria. El templo de Baalshamin y el León de Al Lat también fueron asaltados. Los terroristas robaron piezas para venderlas en el mercado negro y la ciudadela del siglo XIII quedó afectada por los combates. 

Pero la devastación en la Perla del Desierto no tiene nada que ver con Nimrud o Hatra, lugares históricos que el EI capturó en Irak y redujo a escombros. La diferencia radica en que en Palmira «fueron los propios ciudadanos los que custodiaron las ruinas. Sabían que de ello depende su futuro. Desde octubre, tras la destrucción el verano anterior del templo de Bel, los yihadistas no hicieron más barbaridades porque todo el pueblo se les habría echado encima», revela el director de Antigüedades de Siria, Maamun Abdulkarim, con satisfacción.

Abdulkarim confía en reconstruir la ciudad en cinco años, pero los consejeros militares rusos aprecian una gran destrucción y alertan sobre la plantación de minas alrededor de las ruinas grecorromanas. Annie Sartre-Fauriat, de la Unesco, pone en tela de juicio la viabilidad de la reconstrucción. «Todo el mundo está entusiasmado [?], pero no hay que olvidar todo lo que fue destruido. Dudo de la capacidad para reconstruir Palmira, incluso con la ayuda internacional», declaró. La historiadora advierte sobre la actual ubicación del Ejército sirio, que en su momento fue acusado de utilizar excavadoras para trazar trincheras y de colocar armamento pesado en zonas arqueológicas antes de que llegara el EI. «Mientras esté en el interior, no estoy tranquila. No olvidemos que el ejército, que ocupó el lugar entre el 2012 y el 2015, hizo muchos destrozos y saqueos», recuerda.

El régimen sirio mantiene su ofensiva y se dirige a reconquistar Raqa y Deir al Zur

Coincidiendo con la tregua de finales de febrero entre Gobierno y oposición, las Fuerzas Armadas de Damasco se han centrado en el Estado Islámico (EI) y han aprovechado para llegar hasta la estratégica ciudad de Palmira. Su reconquista abre una nueva ruta hacia Raqa, la capital yihadista, y el feudo de Deir el Zur, otros dos puntos clave para terminar con el grupo terrorista en Siria.

El Ejército de Al Asad empleará Palmira como base para futuras operaciones contra los yihadistas. Hacia el norte, avanza hacia la localidad de Al Kum, entrada a la provincia septentrional de Raqa. Ayer, los enfrentamientos se concentraron alrededor de Qaryatain, otra ciudad a 100 kilómetros del histórico emplazamiento. Los ojos están puestos también en As Sukhnah, a 70 kilómetros de la ciudad milenaria, que daría acceso a Deir el Zur, en el este. Ayer, varios ataques aéreos, supuestamente de Rusia, alcanzaron la carretera que conecta esta gran ciudad con Palmira, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). 

Menos poder

El EI se debilita. En veinte días, el grupo terrorista ha perdido 400 combatientes, el mayor número de bajas en batalla. También retrocede en territorio en Irak, donde la semana pasada el Ejército de Bagdad iniciaba su ofensiva hacia la segunda ciudad iraquí más importante, Mosul. Estados Unidos anunció el viernes la muerte de varios dirigentes, incluyendo a Abd ar Rahman al Qaduli, el principal financiador del grupo y ayudante del líder de la organización terrorista, Abu Bakr al Baghdadi. 

La presión sobre el Estado Islámico se extiende en el campo de batalla. Sus milicianos mantienen de nuevo violentos enfrentamiento con el Frente al Nusra, la filial de Al Qaida en Siria, en las áreas limítrofes con Líbano donde ayer se registraron una veintena de muertos. El grupo escindido que formó el EI operaba hasta abril del 2013 bajo el paraguas de Al Qaida, dirigido por el egipcio Ayman al Zawahiri. 

La lucha contra el Estado Islámico (EI), que centra las miradas tras los atentados en Bruselas, ha revitalizado a Al Asad como aliado necesario de la guerra contra el terrorismo pese a que, hasta el alto el fuego, su ofensiva se concentró en áreas opositoras con el apoyo de Moscú y la milicia libanesa de Hezbolá.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, mostró de inmediato su respaldo al mandatario sirio por la recuperación de la histórica ciudad y ofreció su apoyo en las operaciones para localizar las minas colocadas por los milicianos alrededor de la ciudad histórica. No en vano, las fuerzas aéreas rusas han sido determinantes en la recuperación de Palmira.