El socialismo europeo intenta fijar un criterio sobre los refugiados

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

STOYAN NENOV | Reuters

Hollande convoca una cumbre en París para limar las desavenencias dentro de la familia progresista europea

12 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La cita para «redefinir un proyecto» para la UE. Así es como vendió el presidente francés, François Hollande, la convocatoria para atraer este sábado a París a 15 dirigentes de la familia socialdemócrata europea. La extensa lista incluye al primer ministro italiano Matteo Renzi, al canciller austríaco Werner Faymann, al líder portugués Antonio Costa, al vicecanciller alemán Sigmar Gabriel y al ministro de Exteriores luxemburgués Jean Asselborn, entre otros. También asistirán la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini, el comisario de Economía Pierre Moscovici, y el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz. 

En teoría el encuentro servirá para analizar la «preocupante» situación económica que atraviesa el bloque y buscar maneras de plantar batalla a los «populismos y extremismos». Pero, tras la pantalla del «relanzamiento de Europa» y alejados de los focos, flotan cuestiones de urgencia inmediata. La más importante, cerrar filas socialistas en torno a una posición común frente al acuerdo migratorio con Turquía

El tiempo apremia. La próxima semana los líderes europeos se reunirán en Bruselas de nuevo para decidir qué hacen con el plan de expulsión masiva de migrantes a Ankara. A estas alturas, todavía no hay consenso entre los progresistas. Las relaciones entre algunos de sus miembros están deterioradas por la gestión contradictoria que los Gobiernos nacionales de su signo han llevado a cabo en el último año y medio con la crisis de refugiados.  

Al margen de amistades y enemistades personales, las relaciones entre dirigentes del este y centro de Europa y oeste no atraviesan su mejor momento. Las llamadas insistentes de Hollande y Renzi a sus correligionarios para que colaboren con el programa de reubicación de refugiados han sido ignoradas de forma sistemática por sus colegas centroeuropeos. El primer ministro eslovaco, Robert Fico, es quien abandera la rebelión. Se negó a aceptar cuotas obligatorias y su retórica antiinmigración le ha llevado a adoptar postulados más cercanos a la derecha xenófoba de Orban que gobierna en Hungría.

No hay que ir más lejos que a Alemania para ver el desbarajuste interno de la familia progresista. Allí Gobierna la conservadora Angela Merkel en coalición con los socialdemócratas. La paradoja es que su líder, Sigmar Gabriel, ataca por cuestiones de política doméstica a la canciller y le reprocha su política laxa de acogida, convirtiéndola en una figura situada más a la izquierda que a sí mismo. Quedan cinco días exactos para que la socialdemocracia europea encuentre el norte y logre entonar al unísono la misma melodía en la cumbre del 17 y 18 de marzo.