El cierre de la ruta de los Balcanes ha provocado sentimientos encontrados en los países europeos: Austria respira aliviada porque piensa que así disminuirá el número de entradas; Grecia está angustiada porque 42.000 personas han quedado atrapadas en su territorio, e Italia y Bulgaria están preocupadas porque pueden convertirse en la nueva vía para el flujo migratorio. Ante la posible apertura de una ruta que pase por Albania y el Adriático para llegar a la región de Puglia, en el tacón de la bota que forma la península italiana, los gobiernos de Tirana y de Roma se han propuesto sellar la frontera greco-albanesa. Tras varias reuniones, acordaron el viernes reforzar las patrullas para impedir que los refugiados salgan de Grecia. El Ejecutivo de Renzi se comprometió incluso a enviar al menos a 20 policías para echar una mano a sus colegas albaneses. El ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, tiene previsto viajar a Tirana la semana que viene para cerrar los detalles del plan para sellar la frontera.