Las Américas: El oro negro, el oro blanco y los otros capos

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

RODOLFO BUHRER | REUTERS

Petróleo y cocaína, el oro negro y el oro blanco, las dos materias primas por excelencia que exporta América Latina, son las más cotizadas en los mercados mundiales y las que  generan más corrupción en los países productores. La cotización de ambas a la baja está revolucionando al subcontinente

11 mar 2016 . Actualizado a las 20:14 h.

América Latina concentra del orden del 20 % de las reservas mundiales probadas de petróleo y el 14 % de la producción, solo superadas por las de Oriente Medio y el Norte de África. Cuenta además con el 4 % de las reservas de gas natural y cerca del 6 de la producción. 

Una buena parte de la producción de ese petróleo se concentra en Venezuela -el quinto exportador mundial-, México y Brasil. Pero el oro negro también es un recurso natural de primer orden en Argentina, Ecuador, Colombia y Bolivia. Todos ellos son además potencias productoras de gas natural. 

PDVSA

Esta ingente riqueza está, en todos los casos, en manos de los respectivos estados que la gestionan de forma desigual, aunque unos bastante peor que otros. El más sangrante es el caso de Venezuela. La petrolera estatal PDVSA creada en el año 1975, desde que cayó en manos del chavismo, hace casi dos décadas, se convirtió en el paradigma de la robolución. Los bolivarianos se hicieron con el control de la misma cuando el barril cotizaba  por debajo de los 10 dólares y desde entonces, hasta hace poco más de dos, no dejó de subir su valor en el mercado internacional llegando a rondar los 150 dólares, para estabilizarse por encima de los 100, hasta que empezó a caer en picado en el año 2014. 

El fortísimo incremento de la renta petrolera trajo como única consecuencia positiva para el país, un notable, aunque temporal, descenso de los índices de pobreza, en un país marcado por las fuertes desigualdades socioeconómicas. Pero, como quiera que la mayoría de los recursos fueron manejados sin control de ningún tipo, con criterios políticos clientelistas, tanto a nivel  interno -misiones populares-,  como externo -Petrocaribe-, esa bonanza provocó el abandono de la producción nacional, especialmente en el sector agroalimentario, y otros productos básicos, lo que generó el alarmante desabastecimiento que padece el país desde que se cerró el grifo de los petrodólares y la corrupción se hizo galopante. Nadie pensó en sembrar petróleo, un producto perecedero, para cultivar otros recursos y fomentar una economía sostenible, que era el sueño de Uslar Pietri.

El alarmante estado ruinoso en que se encuentra la PDVSA que manejaron en sus mejores momentos el capo Rafael Ramírez y los sobrinos de la pareja presidencial Maduro-Flores, llegó a un nivel  tan preocupante que, a juicio de algunos analistas, fue determinante para que Maduro decretase la creación por sorpresa de Camimpeg, una nueva empresa pública gestionada exclusivamente por militares, con lo que pretende salvar los muebles de la petrolera estatal, al tiempo que se asegura el apoyo de los uniformados que comanda el general Vladimir Padrino, su actual ministro de Defensa.

Chico Sánchez | EFE

PETROBRAS

El oro negro también hizo estragos en Brasil, el tercer productor de la región con 1,9 millones de barriles diarios. Gestionado por la petrolera estatal Petrobras, creada en el año 1953, hizo al país autosuficiente energéticamente desde principios del siglo actual, gracias a las prospecciones offshore que  comenzaron en el año 1968.

La corrupción en el seno de la petrolera estatal brasileña aumentó al mismo ritmo que su volumen de negocio. Marcelo Odebrecht, aparece como el gran capo de la trama Petrobras.  Está en prisión desde hace nueve meses y el pasado martes  fue condenado a 19 años de cárcel por corrupción, lavado de dinero y asociación  criminal. Este empresario de 47 años, lideraba un grupo empresarial de ingeniería, construcción, petroquímica, industria naval y defensa creado por su abuelo, con 168.000 empleados en 28 países. De él forma parte la Constructora Norberto Odebrecht, acusada por el juez Sergio Moro, de encabezar un cartel a través del cual, en arreglos previos, habría frustrado sistemáticamente las licitaciones de las grandes obras promovidas por Petrobras. Los beneficios obtenidos con estas maniobras desde el año 2006 se cifran en más de 2.000 millones de dólares.

En el mismo proceso derivado de la operación Lava Jato, el juez Sergio Moro ha logrado 62 condenas. El ex presidente Lula da Silva fue detenido la pasada semana para declarar como imputado durante tres horas en esta misma causa, acusado de lucrarse él y su partido de la corrupción de Petrobras. Su ungida, Dilma Rousseff,  también está en el ojo del huracán y podría verse forzada a abandonar la presidencia antes de que concluya su mandato. También en Brasil el cambio de ciclo está cada vez más cerca .

PEMEX 

México, según la Agencia Internacional de la Energía, es el mayor productor de crudo del subcontinente con 3,8 millones de barriles diarios. De ellos exporta la mitad, lo que genera cerca de la tercera parte de los ingresos del estado mexicano. La gestión está en manos de la petrolera estatal Pemex desde la nacionalización de los pozos e instalaciones de la Standard Oil y Shell en el año 1938. La gestión, una vez más, es manifiestamente mejorable en un país donde los niveles de corrupción tienen poco o nada que envidiar a los de Venezuela y Brasil. A ello hay que sumar el estado obsoleto de su infraestructura extractiva que demanda unas inversiones de 27.000 millones de dólares en los próximos tres años.

PETROECUADOR

Ecuador es el quinto productor de crudo de América Latina con 550.000 barriles diarios. La petrolera estatal Pétroecuador participada por otras extranjeras como Petrobras, exporta la mayor parte de su producción. La administración del gobierno del presidente Rafael Correa ha sido la que mejor ha gestionado la renta petrolera de los años de las vacas gordas, modernizando a fondo la economía del país y sus infraestructuras básicas. La caída de los precios del crudo ha puesto en serios aprieto los proyectos en marcha, pero la situación económica del país nada tiene que ver con la de la vecina Venezuela. En esa línea se ha movido Evo Morales en Bolivia y José Manuel Santos en Colombia.

EL ORO BLANCO

El negocio del trafico internacional de drogas, especialmente cocaína, pero también los derivados del cannabis y los opiáceos, es el segundo en movimiento de capitales del mundo, después del petróleo, también en América Latina.  Se estima que su comercialización mueve alrededor de 320.000 millones de dólares anuales, con un mercado de unos 200 millones de consumidores a nivel global. Esta economía ilegal genera  300.000 empleos para campesinos de los Andes sudamericanos que participan como proveedores de materia prima: coca (200.000 hectáreas), amapola (1.500) y marihuana (no menos de 1.000), que proveen para los mercados regionales internacionales.

Este suculento negocio, manejado por los capos, los clásicos, los herederos de Pablo Escobar, está sufriendo profundos cambio en la región. El mercado de la cocaína, el codiciado oro blanco, está evolucionando a la baja, mientras crece en proporciones similares el de las drogas sintéticas que están más al alcance para el consumidor y más manejables para los traficantes, porque se pueden cocinar en cualquier parte a base de materias primas legales.

Por otra parte, en Colombia,  el epicentro tradicional del negocio de las drogas ilícitas, el escenario está a punto de cambiar. Las FARC, uno de sus principales operadores, están a las puertas de firmar su disolución con el Gobierno del presidente Santos. Ello no supondrá en ningún caso el final del tráfico de cocaína, pero sí, que el negocio quede en manos de grupos marginales y que adquieran un mayor protagonismo otros actores de la región radicados en Venezuela, México, Bolivia, Perú, Brasil e incluso Argentina, un país que, según su presidente ya es el tercer exportador mundial de cocaína.