Lula traslada a las calles de Brasil su lucha para salvar su imagen

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Atlas TV

El expresidente hará campaña contra su detención mientras Dilma Rousseff le muestra su apoyo en público

05 mar 2016 . Actualizado a las 17:57 h.

Obligado a declarar por el fraude en Petrobras, el expresidente Lula, símbolo de la izquierda brasileña, pidió a sus partidarios que lo apoyen en las calles mientras la oposición aumenta su presión para acelerar la destitución de su heredera política, Dilma Rousseff, la actual mandataria del país.

Fiscales brasileños sospechan que Lula aceptó millonarios favores de empresas constructoras acusadas de un desfalco a Petrobras, y a su petición la policía allanó el viernes el domicilio y las oficinas del exmandatario, socios y familiares, y lo obligaron a declarar ante la policía. El carismático Lula, que a sus 70 años se vislumbra como presidenciable del gobernante Partido de los Trabajadores para las elecciones del 2018, se declaró ultrajado, y en inflamados discursos aseguró el viernes: «Si me quieren derrotar me tendrán que enfrentar en las calles de este país».

«A partir del lunes estoy dispuesto a viajar por todo el país. Si alguien piensa que me va a callar con persecuciones y denuncias, yo sobreviví al hambre, y quien sobrevive al hambre no desiste nunca», dijo Lula, que de niño fue limpiabotas y luego tornero mecánico y sindicalista antes de alcanzar la presidencia. Unos 500 partidarios de Lula se apostaron este sábado frente a su domicilio y gritaban consignas de apoyo, constataron periodistas de la AFP.

La presidenta Rousseff le ha visitado esta tarde, y se ha dejado fotografiar con Lula y su esposa desde el balcón del mismo domicilio donde la policía acudió en la mañana del viernes.

Una manifestación de apoyo al expresidente fue convocada para el martes próximo, mientras la oposición prepara hace semanas una nueva protesta el 13 de marzo para presionar por la salida de Rousseff del gobierno. El viernes, decenas de manifestantes pro y anti Lula se enfrentaron a golpes frente a la casa del expresidente y en los locales de la policía donde declaró.

Los problemas judiciales de Lula debilitan aún más a Rousseff, que cuenta con apenas 11 % de popularidad y está cercada por varios frentes. Al escándalo en Petrobras que ha llevado a la cárcel a imortantes figuras de su partido se suma un proceso de destitución en su contra por maquillaje de las cuentas públicas, una crisis política que atranca su agenda en el Congreso y el Tribunal Superior Electoral investiga si la financiación de su campaña a la reelección fue ilegal.

Brasil atraviesa además una severa recesión económica que se anticipa como la peor en un siglo, la inflación alcanza los dos dígitos y el desempleo está en alza hace meses. «La declaración forzosa de Lula dará más fuerza a las peticiones de impeachment, y la oposición gana un nuevo ímpetu para intentar forzar la salida de Rousseff», opinó el analista político André César.

El senador opositor Aecio Neves, del PSDB, que perdió la votación contra Rousseff en el 2014 por el 3 % de los votos, anunció que el Congreso interrumpirá desde el lunes las votaciones hasta que se instale la comisión de impeachment.

Maniobra cuestionada

Aún no hay acusaciones formales contra Lula. Los fiscales dicen que hay indicios de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias en el marco de la Operación Lavajato que intenta desmadejar el fraude a la petrolera estatal, pero aclaran que esta fase es investigativa. El traslado forzado del exmandatario a la policía federal de São Paulo a declarar sin previa intimación fue cuestionada por juristas e incluso por un ministro de la Corte Suprema. «No se puede obligar a alguien a prestar testimonio cuando no está obligado a hacerlo. Es el caso de Lula que ya prestó testimonio espontáneamente en el marco de este caso», dijo Thiago Bottino, experto en derecho penal de la Fundación Getulio Vargas (FGV).

El juez Sergio Moro, a cargo de la investigación del megafraude a Petrobras que costó a la estatal unos 2.000 millones de dólares, asegura que tomó la decisión de sorprender a Lula al amanecer en su casa para evitar tumultos entre manifestantes oficialistas y de la oposición. Michel Mollahem, profesor de derecho de la FGV, estima que este «apresuramiento» puede terminar beneficiando al exmandatario que asumió la presidencia en el 2003 y dejó el poder ocho años después con un 80% de aprobación.

Las acciones policiales «pueden afectarlo negativamente o crear una narrativa heroica de Lula, todo corresponde a la habilidad de los investigadores de comprobar las sospechas con pruebas», dijo Mohallem. «El discurso de Lula fue muy fuerte, sacó lo más auténtico suyo, hubo una reacción grande a su favor en las redes sociales, y tal vez haya reforzado el discurso de mártir, de víctima que viene usando», añadió.